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ORLANDO DICE

Cordialidad primero

Los saludos en la Basílica el Día de la Altagracia de algún modo ayudaron a la cordialidad del encuentro del miércoles en el Palacio Nacional, entre el presi­dente en funciones y el presidente electo.

La poca frecuencia de alternancia en el poder, por lo menos entre partidos, no favorecía es­cenas como la vivida a mitad de semana, en que la oposición triunfante visita al gobierno derrotado.

La Junta Central Electoral entregará el miér­coles que viene los certificados de elección, pero Luis Abinader ya se sintió presidente al rendírsele los honores del estilo en la Casa de Gobierno.

El ánimo tenía que ser el mejor entre gente que se conoce que entre personas que no se conocían o que se ignoraban o las asperezas de la lucha política mantenía a distancia.

Un trato llevó al otro, y la Virgen tiene que sentirse reconocida, pues su espíritu imperó. No hubo desaguisado, y uno cooperador y el otro comprensivo fue un gesto de nobleza po­lítica que difícilmente dure.

Ahora habrá que ver el devenir inmediato, pues con el cambio en el ejercicio del poder muchas cosas podrían variar. Entre ellas los afectos.

Cuentan que se trabaja a todo vapor en la conformación del gabinete, y que existe la po­sibilidad de que se sepa por anticipado, esto es, antes del decreto, quienes serán los hom­bres del presidente.

Recordaba en las redes que Kissinger dijo al­guna vez que los hombres de campaña no son los hombres del gobierno, de manera que naturales las expectativas sobre los nuevos personajes de la vida oficial del país.

Los nombres, los perfiles adelantarán las lí­neas maestras de la gestión. Si compañeros del partido, y por tanto políticos, o los nota­bles que provee la sociedad civil.

Se supone que a cada cual según capacidad, pero inquieta la calidad. Si látigos en las ma­nos o guantes de seda, pues se habla tanto de sed de justicia que deberán ser muchos los ahogados. Aunque si no el gabinete, el discur­so de juramentación dará la pauta de si con­ciliación o persecución, pues la calle querrá pan, pero también circo.

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