ANA ISABEL CÁCERES MATOS
Ramón Cáceres Troncoso in memoriam
“Nuestro padre se fue inesperadamente, sin avisar. Tan ajeno como sorpresivo nos resultó verlo sin vida. Su ausencia física nos causa un profundo dolor, pero no pasará un solo día sin pensarlo y echarle de menos. Siempre vivirá en nosotros. ”
A pesar de su edad avanzada, su debilitado corazón y el manifiesto cansancio en sus piernas, veíamos muy lejana la posibilidad de su muerte. Su fortaleza, su espíritu de lucha, su optimismo, su alegría de vivir y de disfrutar de todo lo que la vida nos ofrece, nublaron nuestra visión para poner en perspectiva y darnos cuenta a tiempo del cercano final de su existencia.
Con el paso de los días nos cuesta mucho resignarnos y aceptar como consuelo su recuerdo. No obstante, celebramos su vida y nos sentimos agradecidos de Dios y muy orgullosos de haber tenido a un ser humano tan extraordinario, tan lleno de amor y tan noble, como cuidador, orientador y guía de nuestra familia.
Nuestro padre, Ramón Cáceres Troncoso, fue un hombre bueno, no solo no haciendo mal a nadie sino haciendo el bien, afable y generoso con todos, lleno de bondad, integro y leal a sus principios, recto y discreto, tierno, incapaz de ofender a nadie, y con una presencia constante en la vida de sus familiares, amigos y/o colaboradores. Todos quienes compartimos con él, y le sobrevivimos, podemos dar testimonio del ser humano tan extraordinario, solícito, buen familiar y amigo que fue durante toda su vida.
Para nuestra madre fue un esposo abnegado. Vivió para halagarla, respetarla y hacerla feliz. Era todo un caballero, anteponiendo siempre los deseos de ella a los de él y a los del resto de la familia. Claudia y yo le decíamos con frecuencia “papi, contigo el molde se rompió, no hay hombres como tú”. Dios permitió que mantuvieran un largo y bien disfrutado matrimonio y los bendijo con una familia unida que con esmero ambos se encargaron de construir.
En su oficina y demás actividades profesionales ejerció un verdadero liderazgo. Fue una persona de éxito admirada por todos, apegada a comportamientos ideales y portador de una sabiduría envidiable para resolver situaciones complejas, resultado de su inteligencia y memoria privilegiadas.
Amaba a su país y participó activamente en la búsqueda de soluciones a los problemas nacionales. Y de las situaciones difíciles que se vio obligado a enfrentar en la política salió fortalecido. Su habilidad para echarle tierra a las experiencias desagradables y continuar su vida sin amarguras, sin rencores y sin ataduras con el pasado le permitió ser feliz y hacer feliz a sus seres amados.
Mi papá fue un hombre alegre, con una actitud siempre positiva y con buen sentido del humor lo que resaltaba con su inigualable carcajada. Vivió intensamente y cimentó su existencia en los valores mas sensibles, entre ellos el más importante, el amor. Ese inmenso amor que profesaba a su familia, el que sentía por su país y por sus amigos, fue un rasgo muy marcado de su personalidad.
Todo este compendio de virtudes que le adornaban ha sido su gran legado. Ramón Cáceres Troncoso deja una huella profunda en sus descendientes, no existiendo una mejor manera de honrar su memoria que siguiendo su ejemplo, fundamentando nuestras vidas sobre el bien y afianzando el amor entre nosotros manteniéndonos siempre unidos.