EN LA RUTA
La extensión
La sensatez llamaba a mantener el estado de emergencia que por 12 días y a muchos forcejeos, acaba de prorrogar el congreso y promulgar el Poder Ejecutivo. Si bien para nadie es un secreto que la gente se ha integrado a la cotidianidad, tampoco podemos negar que 17,572 casos positivos, con 287 en las últimas 24 horas, indican que el Covid-19 no se ha ido. Hace unas entregas esta Ruta hablaba de como se le había perdido, no solo el miedo, sino también el respeto al Coronavirus. El pasado sábado el editorial del Listín también se refería al tema y genialmente concluía ironizando que con más de 500 muertos éramos un pueblo “valiente” al que no nos parecía sobrecoger la pandemia.
Reflexiones que, y al margen del buen trabajo que ha hecho el gobierno y las autoridades de salud, manteniendo las cifras dentro de los parámetros correspondientes, evitando la sobrecarga del sistema sanitario, así como en cuanto a respaldo socioeconómico, la evidencia de un peligro real subsiste, solo que ahora en medio de la cotidianidad. Lo que resulta penoso es ver como la ambientación política ha contaminado un panorama donde la prioridad debería ser únicamente el beneficio colectivo. Y es que el comportamiento ciudadano deja muy claro que realizar la desescalada sin los controles del estado de excepción es altamente riesgoso. Mayo dejó casi 10,000 diagnosticados y los 1,787 contagiados y 22 muertes contabilizados en la primera semana de la normalización económica rompe los argumentos de quienes pretenden descalificar la necesidad de mantener las medidas de emergencia sin haber aplanado la curva.