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Adicción y Covid-19: hay una solución

Para muchos la cuarentena ha resultado ser un descubri­miento. Cuan­do atravesamos la situación límite del miedo a la muer­te, se ilumina una búsque­da positiva para una nue­va vida; nos conectamos con Dios, con nosotros mis­mos, con los nuestros y con la humanidad. No es así pa­ra aquellos que día tras día buscan inconscientemente placeres encaminados a la desconexión y conducentes hacia la esclavitud y el do­lor.

Y es que la relación entre el consumo y las situaciones de cambio, temor e incertidum­bre es estrecha y familiar. Res­pondemos con los evasores de siempre: alcohol, tranqui­lizantes, drogas y comida; y se suman las nuevas adiccio­nes sin sustancia envasadas en formato on-line: videojue­gos, apuestas, compras y por­nografía.

La adicción es una enfer­medad estigmatizada y ocul­ta, pero no por ello inexis­tente. El confinamiento ha impactado una población ele­vada de consumidores fuer­tes y adictos de todas las eda­des. Mirar hacia otro lado no evitará las consecuencias crueles y mortales.

El post COVID-19 nos mostrará un triste panorama. Bebedores o consumidores sociales que usaron el alcohol u otras sustancias para apla­car la ansiedad, y han desa­rrollado la dependencia para manejar sus emociones y es­tados de ánimo. Adolescen­tes y niños adictos a las panta­llas tras dos meses inmóviles frente a sus computadoras. Muertes por sobredosis de adictos que vuelven a consu­mir drogas tras una abstinen­cia forzada de varias sema­nas. Problemas económicos causados por la ludopatía y las compras on line. Recaídas de adictos en recuperación que no pudieron mantener su sobriedad durante la cuaren­tena, a veces por transferen­cia de sustancias o adicciones conductuales. A todo esto, se suman la crisis social y eco­nómica, y los trastornos pro­nosticados por el gremio de psicólogos: estrés, depresión, pérdidas y duelos sin asumir.

Paradójicamente, esta sin­gular cuarentena ha colocado a los adictos en recuperación en el mundo de la disciplina y la responsabilidad, de jerar­quizar lo importante, de vol­ver a lo básico apartándose de lo destructivo, y de aceptar sus debilidades para apoyarse en sus compañeros de viaje; y así llegar a la principal de las libertades, la libertad de elegir vivir sobrios un día a la vez.

La enfermedad de la adic­ción y sus consecuencias no es un asunto ajeno para nadie, y el COVID-19 dejará un amar­go final en la exponencial po­blación de adictos. Sabemos que la adicción es una enfer­medad con tratamiento, hay una solución obligada y ur­gente para el adicto que sufre y para su familia; para com­prometernos con la solución, necesitamos honestidad, va­lor, compasión, y responsabi­lidad social como individuos, sociedad y estado.

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