De peste y esperanza

Cuando Jesús refirió a sus discí­pulos, en el monte de los Olivos, cuáles serían las señales antes de su retorno o segunda veni­da, empezó por estos azotes del cuerpo. “…y habrá pestes, y hambres, y terre­motos en diferentes lugares”, “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino…” (Mateo 24). Las palabras de Jesús han demos­trado ser verídicas. Estamos presenciando, en la hora presente, los hechos anunciados. Una y otra vez, las naciones sufren las pestes, esta vez, el Covid-19, a la par de las carestías, terremotos y hostilidades entre naciones...

Pero Jesús describió el panorama futuro no para atemorizar a sus seguidores, sino para sembrar en sus corazones la alegría y la es­peranza de la revelación de los hijos de Dios. Les anticipó la gozosa noticia de una vida sin lágrimas ni muerte que tendrían tras estos eventos; de un nuevo mundo que reempla­zará el viejo, de nuevos cielos y nueva tierra donde habrá de morar la justicia. Así lo re­sumió: “Cuando comiencen a suceder estas cosas, animaos y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28).