ORLANDO DICE
Apertura al cien por ciento
Si el gobierno abre las operaciones comerciales en un 50 por ciento, con el ímpetu de la gente alcanzará el 75 por ciento y con la política el 100 por ciento. El constreñimiento no pudo cerrarlo todo, hubo de permitirse determinados renglones, y muchas medidas fueron relajadas, como el toque de queda. Casas de apuestas que antes eran públicas se hicieron clandestinas y cabañas conocidas acogieron parejas, pues al amor y al juego no hay fuerza que los impida.
En lo que el gobierno consultaba sectores, las calles se fueron llenando, y situaciones que se suponían desaparecidas, como los tapones, volvieron a sus buenas.
Con la gente no hay quien pueda dijo un filósofo del desorden. Y el capitalismo tiene su dinámica y el gobierno sabe que barco parado no cobra flete. La nueva normalidad o codivianidad intentará mantener la circunstancia extraordinaria, pero difícilmente logre su cometido. El comercio, la gente y la política se ocuparán de hacer su propio juego, y después que esté operando, con la gente en la calle, la política se pondrá a mil, y difícilmente pueda reprimirse de nuevo. La política buscó formas nuevas o alternas para llegar a la gente, pero la verdad que nunca se sintió cómoda, y los medios en uso tampoco rinden los mismos beneficios. Las candidaturas de antes figuran en el mismo orden, aunque no con iguales porcentajes, como si la pandemia no fuera viento que tumbe coco. El zoom hace maravillas, pero nunca podrá sustituir un mitin al aire libre. La gente se siente como sentada en un aula y el candidato un profesor que improvisa la clase.
El procedimiento será bueno para un diplomado, pero no para campaña electoral, en que el ánimo importa más que el discurso. Conviene que la gente se suelte y se exprese al ritmo de las consignas. Si se protestan las libertades del candidato oficial que hace del toque de queda y de la noche un territorio propio, ya se verá como la oposición en la calle y de día buscará emparejar la carga.