HOMENAJE

En recuerdo de mi querido padre

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Hampton Castillo LandrySanto Domingo

Hoy quisiera rendir un sincero y humilde homenaje a mi querido padre, el Lic. Zenón Castillo de Aza, fallecido en julio del 2007. Y con esto pretendo resaltar las que creo fueron algunas de las virtudes que lo adornaron : su privilegiado intelecto y gran devoción por las letras y la poesía, areas es las que, sin lugar a dudas, se encontró entre los destacados de su época, así como su gran humildad, persona de bien y su disposición a servir y ayudar a todo el que se le acercase. Siempre fue un hombre de Dios.

Voy a recordar un episodio vivido por el, entonces un joven sacerdote de 26 años de edad, en el tiempo en que se encontraba cursando una licenciatura en Derecho Canónico , en la Pontificia Universidad Lateranense, en Roma, Italia, entidad en donde se graduó.

En el mes de enero de 1953, el Gobierno Dominicano recibió por medio de su Embajador en Roma, a la sazón don Cesar Pina Barinas, una invitación para participar en el Segundo Convenio de la Civilidad y de la Paz Cristiana, que tendría lugar en Florencia, entre el 21 y el 27 del mes de junio de ese mismo año 1953. La invitación provenía del ideador y organizador de este evento, el conocido Giorgio La Pira, Alcalde de Florencia, quien fue una figura muy renombrada, miembro destacado del Partido Demócrata Cristiano de Italia, que vivió su vocación cristiana de servicio al prójimo por medio a la política. Trabajador incansable por la paz, participó activamente en numerosas jornadas buscando y mediando por la solución de conflictos en diversas partes del mundo. Los pobres de Florencia le llamaban el Alcalde Santo. En la década de 1980, la Santa Sede lo declaró Siervo de Dios , iniciando su proceso de beatificación y canonización y el 5 de Julio de 2018, el papa Francisco lo nombró Venerable, afirmando que La Pira vivió una vida de heroica virtud.

Como parte de sus esfuerzos en la búsqueda y promoción de la Paz a nivel mundial, La Pira organizaba estas conferencias, a la que eran invitadas personalidades de todo el mundo. En esta ocasión , el tema central en que se basaría seria el de : Plegaria y Poesía . Esto motivo a que el Embajador Pina Barinas, al notificar sobre la invitación recibida a su superior inmediato, el Canciller Virgilio Diaz Ordóñez, se permitió recomendar que, en el caso de que fuese acogida favorablemente la misma, se designase a mi padre como presidente de nuestra delegación al evento, y acotaba el Embajador Pina Barinas, que hacía esa recomendación en virtud de que mi padre había sido el ganador de la Flor Natural en los Juegos Florales celebrados en 1952 en Ciudad Trujillo y porque “su capacidad intelectual era del todo ajustada al tema de Plegaria y Poesía”, que era el tópico de la conferencia. Complementaría la delegación dominicana el entonces Cónsul Honorario dominicano en Florencia, Dr. Rupert Maino.

El eminente diplomático dominicano, Lic. Rafael Mencia Lister, en un capítulo de su interesantísima obra “Reminiscencias Diplomáticas (Editorial Montalvo, 1983)”, relata que fueron la poesía y la literatura dos grandes vocaciones de mi padre. Y creo que esta apreciación del Lic. Mencia evidencia que el llegó a conocerle muy bien. Ellos establecieron una gran y sincera amistad, ya que para la época en que mi padre estaba estudiando en la capital italiana, el Lic. Mencia se desempeñaba como Cónsul dominicano en Roma, y posteriormente en Génova .

La recomendación hecha por el Embajador Pina Barinas en relación a los delegados dominicanos, transcurrió por todos los pasos y niveles de la burocracia de entonces, culminando con la emisión del decreto presidencial No.9019, expedido el 12 de mayo de ese año por el Presidente de la Republica , General Hector B. Trujillo Molina, en el que se hacía la designación de mi padre y del Dr. Maino, como presidente y miembro de nuestra delegación, respectivamente, ante la Conferencia de la Civilidad y de la Paz Cristiana.

Dentro de las instancias consultadas no podía faltar el Arzobispo de Santo Domingo de esa época, Monseñor Ricardo Pittini, quien también estuvo de acuerdo y dio su formal aprobación para la designación del Padre Zenón Castillo de Aza, como presidente de la delegación dominicana.

Es curioso resaltar el espíritu que se aprecia en las comunicaciones y misivas que circularon entre los diferentes funcionarios involucrados en el proceso, todos figuras muy destacadas y del más alto nivel, en relación a que estuviésemos lo más digna y correctamente representados en el evento, pero tambien que el costo para el Estado fuese el mínimo. Por ello se tomó en consideración, además de las condiciones intelectuales de mi padre, el hecho de que se encontraba residiendo en Roma, por lo que el costo de traslado y estadía sería mínimo, y se estimaron en RD$100.00, los cuales cubrió el gobierno dominicano y en lo que al Dr. Maino respecta, no habrían gastos, debido a que el residía en Florencia.

Llegado el inicio de la conferencia, se dieron cita en Florencia representantes de cuarenta y una naciones. Durante la recepción celebrada el día anterior a la apertura, la cual tuvo efecto en el Palazzo Vecchio, el presidente de la delegación dominicana hizo las siguientes declaraciones :

“La República Dominicana había contraído con Florencia una deuda que pesaba sobre su responsabilidad desde hacía varios siglos. Florencia, en la persona de Alejandro Geraldini, nos mandó a Santo Domingo, por medio de España, en los principios del siglo XVII, un Embajador egregio de la plegaria y de la poesía. Hoy, Santo Domingo quiere saldar esa deuda, adhiriéndose de corazón al Segundo Convenio Internacional de La Paz y de la Civilización Cristiana y enviando Embajadores de la Plegaria y de la Poesía, en la seguridad de que estos dos elementos, orientados según el Corazón de Cristo, podrán llevar al mundo la bella realidad que Dante cantaba de la pequeña Florencia del medioevo, a saber, “que vivía en paz sobria y púdica “

El día 26 de junio, después del medio día, le correspondió el turno a la representación dominicana para presentar su exposición en el Congreso. Del contenido del trabajo presentado por el presidente de nuestra delegación, extraemos algunos párrafos:

“La República Dominicana está al lado de Florencia. De no proceder de esta manera, la República Dominicana habría traicionado una gloriosa tradición que, dentro de America, la distingue como un país singular. Porque la República Dominicana es tierra que nació al mundo de la civilización cristiana al amparo de la plegaria y de la poesía. No hay que olvidar que fue allá donde se asentaron las grandes primacías que fueron paulatinamente amasando el perfil cristiano de America. Fue allá donde se dijo la primera misa del Nuevo Mundo, donde se estableció el primer Obispado, (por eso nuestra Catedral es Primada de America), donde se celebró la primera Ordenación Sacerdotal (la de Fray Bartolomé de las Casas, Apóstol de los Indios), donde se veneró en santuario propio la primera advocacion mariana de aquellas tierras (la de la Virgen de la Altagracia en 1506), donde se establecieron los primeros conventos religiosos, donde se abrieron las primeras escuelas, donde se fundó la primera Universidad de America, el 28 de octubre de 1538 por la Bula In Apostolatus Culmine de la Santidad de Paulo III, donde se escribieron los primeros libros y se cantaron los primeros poemas. No sin razón, un ilustre escritor hispano ha llamado a Santo Domingo “Hija de España y Madre de America”. Parodiando esta frase, yo llamaría a Florencia “Hija del cielo y Madre de la tierra”.

“Santo Domingo y Florencia no se confunden porque son dos líneas paralelas; pero el hecho de que guarden entre sí diversos puntos de contacto, obliga a que se nutran de simpatía mutua y se gocen en aproximarse, en la prolongación de un plano indefinido que conjuga su fraternidad cristiana. Por eso viven en paz y la disfrutan plenamente.

El diario “IlTempo” de Roma, el más importante de esa ciudad en la época, en su edición del día siguiente, 27 de junio, realizó un laudatorio juicio del discurso del delegado dominicano, Zenón Castillo de Aza, en los siguientes términos :

“Era la una pasada, cuando un padrecito de piel oscura, representante de la República Dominicana, comenzó a hablar. Que cosa podrá decir de interesante un hombrecito que viene del lejano Santo Domingo?, con toda seguridad se preguntarían muchos de los presentes en la Sala “Dei Duecento”. Y sin embargo, este pequeño sacerdote, uno de aquellos que se ve cruzar la Plaza Minerva de Roma, ligeros y rápidos, los ojos inclinados, el brazo aferrado al delgado cuerpo, y entre este y aquel un breviario de color negro con cintas rojas y moradas que salen de las páginas, con su fe, con su juventud, con su inocencia literaria, ha ofrecido más vitalidad al Congreso que cualquier otro que haya intervenido, aún doctisimamente. Dulzura, esperanza, fuerza: eso han significado las palabras del padrecito dominicano. “Muchacho, alegra la vida, sirvamos al Señor con la sonrisa, mitiguemos la aspereza de la vida con una gota de optimismo, con la guitarra soñemos una canción que aligere la dureza del camino”.

Y proseguia: “Ciertamente, todo es verdadero: nuestra época es una terrible. Pero escuchemos todavía una vez más a aquellos poetas que nos dicen, a pesar de la realidad, que la vida es alegre.”

Incluso el mismo Alcalde La Pira, al cerrar los trabajos del Congreso, en sus palabras finales utilizó una expresión de la ponencia de mi padre, al resaltar con los brazos en alto : “Construyamos un mundo mejor, en el cual no sería una paradoja recomendar : Muchacho, alegra la vida”.

La participación de la delegación dominicana se constituyó en un rotundo y total éxito, como se puede apreciar de algunas reseñas de las publicaciones de la época y en los comentarios externados por los demás participantes invitados al evento.

Mi padre cumplió plena y cabalmente con la misión que le fue encomendada, de representar dignamente a nuestro país en tan importante evento, poniendo muy en alto el nombre de nuestra querida República Dominicana en Florencia, Italia.

Así lo hizo en innumerables ocasiones, cada vez que le correspondió, y siempre asumiendo sus éxitos y logros con total humildad. Ese era mi querido padre.