PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Solidaridad contra individualismo
“La solidaridad (cuarto principio de la Doctrina Social de la Iglesia) es -una virtud humana y cristiana por la que todos (ser humanos, grupos, comunidades locales, asociaciones y organizaciones, naciones y continentes) participan en la vida económica, política, económica y cultural, superando el individualismo.” (Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la DSI, 38).
Juan Pablo II reflexionó ampliamente sobre la solidaridad en su encíclica Sollicitudo Rei Socialis del 30 de diciembre de 1987.
A nivel internacional, el papa constata un mundo dividido en bloques, presididos por ideologías rígidas, cerradas a la solidaridad. A la base de esta situación, el papa señala “la absolutización de actitudes humanas con todas sus consecuencias”. Juan Pablo II destaca dos actitudes y opciones opuestas a la voluntad divina y el bien del prójimo que cristalizan en lo que el pensamiento social católico llama, estructuras de pecado, por ser fruto de decisiones morales contrarias al amor a Dios y al prójimo. Ellas son: “el afán de ganancia exclusiva por una parte; y por otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad” Ambas, prosigue el papa, se llevan a cabo “a cualquier precio” (SRS, 37).
La solidaridad se mueve por la conciencia e impone límites al despilfarro y al lujo. Tal vez el gesto solidario más noble, sea el garantizar que cada ciudadano tenga su puesto de trabajo y que cada pueblo pueda desarrollar sus posibilidades. Un objetivo clave de la economía: lograr que cada ciudadano mediante su trabajo, ponga a rendir los bienes de la tierra, posea algo de propiedad, y al mismo tiempo, “impedir que el obrero que es, o será padre de familia se vea condenado a una dependencia y esclavitud económica inconciliable con sus derechos de persona. Que esta esclavitud se derive del predominio del capital privado o del poder del Estado, el efecto no cambia... “ (Pío XII, Radiomensaje de 1954, Nos. 26 y 27).
La solidaridad fomenta relaciones entre los pueblos y estados regidas por la verdad y la justicia; es gratuita, perdona y trabaja por la reconciliación. Ahora, en nombre de la solidaridad y el bien común, se nos pide mantenernos aislados y a distancia de otras personas para evitar los contagios. Consideremos la subsidiariedad, hermana de la solidaridad.
El autor es Profesor Asociado de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do