AGENDA SOCIAL

Nuevos modelos de negocio

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Margarita CedeñoSanto Domingo

Las consecuen­cias económi­cas de la crisis del coronavi­rus son, sin lle­gar al extremo, gravísimas. Por primera vez en la his­toria de la humanidad en­frentamos un reto económi­co tan importante, debido a que la hiperglobalización nos ha hecho más depen­dientes uno de los otros, que nunca.

La Organización Mundial del Comercio ya pronostica un desplome de hasta un 32% en el comercio mundial. Los or­ganismos internacionales han presentado cifras preocupan­tes de recesión económica pa­ra casi todos los países, aunque afortunadamente la Repúbli­ca Dominicana no llegará a un escenario de contracción de la economía.

Todo indica que estamos en un punto de inflexión que trae­rá consigo cambios sustancia­les en el modelo económico y productivo. En otras ocasio­nes, hemos reclamado que ese cambio tenga una vocación so­cial, porque si algo ha demos­trado la crisis del coronavirus es que no hay dinero suficien­te que pueda comprar el bien­estar social cuando se necesita con urgencia, al contrario, los indicadores sociales solo pue­den mejorar con buenas inver­siones y planes certeros en el corto, mediano y largo plazo.

Pero ante la realidad de que la actividad comercial del pla­neta se va a constreñir por lo menos un tercio, es lógico que el empresariado, como motor de la productividad, se avoque a repensar sus modelos de ne­gocio. De aquí en adelante, to­das las estrategias de negocios tendrán que incluir un análi­sis pormenorizado de la capa­cidad de resiliencia de las em­presas. Habrá que preguntarse constantemente qué tan pre­parado están la empresa y su capital humano para enfren­tar lo improbable, lo que no nos podemos imaginar. Tam­bién se pone a prueba la ca­pacidad innovadora de la so­ciedad. Otra vez regresa a la discusión la destrucción crea­tiva de Schumpeter, concepto que aplica a una innovación que cambia el modelo de ne­gocio predominante de una industria, pero que ahora bien puede aplicar a la existencia de un suceso, como el corona­virus, que obliga a los sectores económicos a cambiar.

El futuro parece deparar­nos la obligatoriedad de man­tenernos en nuestras casas por más tiempo de lo acostum­brado, en consecuencia, ha­brá oportunidades para quie­nes desarrollen soluciones que puedan disfrutarse en la como­didad del hogar. Tendremos que priorizar la calidad del in­ternet, aumentar el ancho de banda y facilitar el acceso a más personas. Se abren puer­tas para los servicios de entre­ga a domicilio o “delivery”, que deberán adoptar nuevas medi­das de salubridad para garan­tizar higiene y calidad. Habrá más oportunidades para el de­sarrollo de comercios en línea, se abrirán puertas a los micro y pequeños empresarios, que puedan aprovechar la necesi­dad de los consumidores de te­ner asegurado el cuidado de los alimentos y la higiene de lo que compran, procesos que a gran escala puede que sea más difícil garantizar.

Pero también surgen opor­tunidades para la economía del cuidado, la atención per­sonalizada a los adultos ma­yores, que mientras exista el COVID evitarán circular en lu­gares públicos, por ser los que mas riesgo tienen ante la en­fermedad.

El mundo sin dudas cam­bió. Seremos más austeros. La exuberancia y los excesos se­rán vistos como una agresión social. Los lujos ya no tendrán sentido para muchos. Sere­mos mejores seres humanos, más solidarios y compasivos. El COVID es un llamado de atención a la humanidad, ha­gamos caso y reflexionemos, estamos a tiempo.

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