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Oír al liderazgo

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

El giro peligroso, y cada día más preocupante, que ha ido alcanzando la crisis viral que afecta al país y conturba al mundo en estos momentos, amerita que nuestras autoridades- con el presidente Danilo Medina a la cabeza- se abran a la colaboración y a la buena disposición de los distintos sectores nacionales que oferten su experiencia, personal técnico o donar equipos indispensables para salvar vidas humanas. El momento no es para exhibir sectarismos, para protagonismo ni para exclusiones mezquinas, porque las responsabilidades y las consecuencias, que pudieran ser terribles en el orden social y económico para pobres y ricos, nos concierne a todos los dominicanos dolientes de este terruño patrio. Todo apunta a que el gobierno no podrá lidiar solo con la situación que tenemos de frente; que no puede seguir una línea de oídos sordos ante las ofertas y advertencias diversas, porque sin una actitud colectiva de cerrar fila como nación ante la pandemia que nos afecta, las cosas podrían escaparse de las manos y resultar lo peor. Que Dios nos libre, y que el entendimiento se le abra al gobierno, en el que – aparte de cualquier crítica, ganada o vana - hay mucha gente fajada, como el ministro Montalvo y el de Salud, con sus respectivos equipos, y ni decir de los héroes anónimos, en los hospitales o los servicios policiales o militares, que día y noche arriesgan sus vidas, sin siquiera saber que tan protegidas están las de los suyos que quedan en casa. El presidente Medina - se ha dicho- ya debió convocar a una cumbre al liderazgo nacional, político, de sectores religiosos y de otras áreas sociales importantes, para una lluvia de ideas o de sugerencias sanas y prácticas para hacerle frente a crisis epidemiológica, según experiencias y capacidades de los concurrentes. El expresidente Leonel Fernández, Luis Abinader y otras voces lo han planteado y han expresado su disposición de asistir y de colaborar en esa dirección. La disposición está, pero claro que es el presidente, por legitimidad institucional, el que debe convocar a ese gran encuentro nacional. El doctor Fernández ha ido más lejos, al plantear que el peligro del COVID-19 amerita con urgencia de una cumbre de todos los presidentes del mundo, vía teleconferencia, como obliga el momento, para ganar tiempo y para evitar contagio. Ante el pánico generalizado, el mundo tendrá que hacer algo. Aquí, lo que sería el tema 2 de la Cumbre, el liderazgo político debería estar preparado para una salida madura (sin abogados, siempre de un lado y de otro), si llegáramos a agosto 16 sin elecciones.

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