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TEMAS DE SALUD

¡Un espaldarazo a nuestros héroes en tiempos de pandemia!

En los últimos diez años, la República Dominicana, se ha embarcado en un programa de desarrollo socio-económico, el cual ha transformado a esta nación de casi once millones de habitantes en una democracia estable y próspera; aunque los retos y los obstáculos han sido numerosos, y en muchas ocasiones obvios. Pero el resultado de esto, en el mejor de los casos, es eminentemente desigual. Aunque podemos evidenciar un crecimiento substancial en amplios sectores e industrias, entre ellos la construcción, comunicaciones, educación y turismo (no médico), no llevamos el mismo ritmo en el sector salud, el cual mantiene deficiencias tanto cualitativas como cuantitativas; las cuales entre otros efectos, impiden continuar el desarrollo nacional.

El sistema de salud actual de la República Dominicana depende de una mezcla de instituciones públicas y privadas, distribuidas principalmente en Santo Domingo, de las cuales, se pueden distinguir algunas por brindar servicios de salud de excelente nivel, aunque solo a una minoría de la población. Fuera de estos, el sistema presenta muchos de los estigmas característicos de los países en vía de desarrollo. Las instituciones públicas están sub equipadas y no cuentan con los recursos financieros. En el caso de los centros privados, en su gran mayoría son pequeños, con un promedio 20 a 40 camas, y limitan el impacto colectivo en condiciones normales.

Enfrentándonos hoy a esta pandemia, y considerando los puntos anteriores, debemos evaluar nuestros próximos pasos. Debe nuestro sistema permanecer reactivo, ¿o debemos tomar iniciativas y ser proactivos? ¿Debemos tratar nuestros pacientes “In-Vitro” (sin ensayos en personas) versus “In-Vivo” (con ensayos en humanos) durante una pandemia?

En el 1918, la humanidad vivió una pandemia similar a la de hoy, pero con menos conocimientos, sin pruebas de laboratorios, sin métodos preventivos y sin acceso a la comunicación como la conocemos hoy día. Esto obligó a los galenos a dar pasos firmes, y a desarrollar tratamientos “In-Vivo”, los cuales eran totalmente experimentales, con gran variabilidad, y con pocos controles. Los resultados fueron reales, y la historia así lo ha hecho constar.

Tenemos información suficiente. Ya conocemos como funciona el virus, ahora debemos agrupar toda la información disponible, encontrar la logística, descentralizar y masificar las pruebas. Equipar todas las emergencias y otros puntos claves del territorio nacional y transformarlos en centros de diagnósticos. De esa manera, evitaremos el sub- registro. De igual forma, una idea no descabellada, y fácil de implementar, sería designar un 30% de la capacidad instalada en cada centro de salud para el tratamiento de COVID-19 (SARS-CoV-2).

Démosle un espaldarazo a nuestros médicos, enfermeras, técnicos, a todo el cuerpo de defensa nacional, y a los cientos de servidores, quienes con mucho esfuerzo, son nuestra primera línea de batalla. Existen ejemplos de países que han enfrentado exitosamente esta pandemia y todos tienen un factor común, empoderaron a sus recursos humanos, resultando en la correcta ejecución del protocolo preventivo y de atención post-contagio. Actualmente contamos con protocolo nacional de diagnóstico y tratamiento. De manera pues, es necesario que habilitemos nuevos centros de atención, que formemos equipos rotativos para alargar la vida útil del personal durante este período y, sobre todo, para que todos podamos retornar a nuestras vidas cotidianas confiando en el sistema.

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