ORLANDO DICE
Póquer entre tuertos
Era justo poner el país en pausa política y dedicar el tiempo a lo que realmente importa por el momento: el Coronavirus. La circunstancia sin duda crucial, y como crucial genera preocupaciones inmediatas e impone normas y obligaciones.
Lo que ahora decide el gobierno y entidades autónomas es lo que se llama gobernanza. Es política, como todo en la vida, pero con sentido de país. Los intereses generales por encima de los particulares.
Un punto a tener en cuenta, pues no todo puede imponerlo de manera administrativa, sino que necesitará el concurso de otros poderes, y posiblemente de la oposición.
El discurso cayó bien y las medidas por igual, de manera que por estos día los sectores con incidencia deberán moverse con cuidado en un terreno de la República políticamente pantanoso.
El gobierno pedirá, y no necesariamente deberá complacérsele en todo, pues los mandos no pierden oportunidades y aprovechan cualquier resquicio. Pero tampoco la actitud contraria, la de obstaculizar sus iniciativas o crear condiciones para que resulten fallidas, siendo de emergencia y salvaguardia.
La tentación de empujarlo no puede descartarse, pero no olvidarse que hay un pueblo o un electorado atento y que juzgará políticamente. En marzo, como acaba de hacerlo, en abril, pero también en mayo. Los desastres, las desgracias son como los cuchillos de doble filo: cortan de un lado y del otro.
Hay que saberlos tomar, de manera de no herirse inapropiadamente, y la torpeza no desdeña escenario. ¿ Cuántos no mueren por disparos de sus propias armas ?
La política por tanto se expresará por otros medios, y más que campaña, gobernanza. Estos medios no solo serán más sutiles, sino más riesgosos, y convendría más la nobleza que la mezquindad. No sería tanto como tregua, pero lo más parecido. Incluso la ocasión da lugar a probar y comprobar condición y temperamento. Distinguir entre el político en campaña y el estadista.