Oficio de político

La democracia recibe más quejas que halagos, pero ella resulta admirable en su infinita comprensión de las situaciones y logra su cometido.

El Diálogo invitó a las muchachas que protestaban en los frentes de la Madre y Maestra a que entraran al salón de las conversaciones, aun cuando el ruido de los sartenes no afectaba su concentración.

Aceptaron, aunque no se sabe si su breve presencia fue una afrenta o una reiteración de su conocido ejercicio de libertad e independencia.

Los políticos actuaron como sabichosos, las muchachas sabias y media. Entre dos coaliciones y una discreta sociedad civil su discurso no solo sería neutralizado, sino que se perdería.

En la sociedad cada cual tiene su escenario y su desempeño. Los políticos están haciendo lo que hacen y saben hacer, y debieran hacer más a menudo: hablar.

Alguien dijo alguna vez y legó como frase dichosa que “hablando se entiende la gente”, y en la Madre y Maestra se van entendiendo aunque sea a remolque.

El trance es interesante, pues aunque el PRM es el viejo PRD, la delegación peca de insuficiencia, y no hay dudas de que el PLD tiene más experiencia en ese tipo de conciliábulo.

El PRD de Peña Gómez burló al PLD con el financiamiento público de los partidos, ya que se reunieron en esa misma Madre y Maestra para discutir varios asuntos, y desde que se aseguró el dinero, lo demás quedó pendiente.

Aunque el PLD se salió con una que no se le conocía en la solución de la crisis pos-electoral del 1994, cuando de manos con el PRSC, aprovecharon un descuido del PRD, o un abandono de la sala constituyente, e impusieron la modalidad del 50 más uno que en el 1996 a Peña se le hizo difícil remontar, y en segunda vuelta le dieron el palo de la gata.

Esa es la historia de los diálogos, en que cada parte juega con sus mejores cartas y lo hacen como gitanos leyéndose la suerte.

Oficio propio que las Muchachas de la Plaza de la Bandera no iban a saber.