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COLABORACIÓN

El circo macabro de los payasos

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EFRAÍN A. GUERRA CARBUCCIASanto Domingo

Desde niños cuando nuestros padres nos llevaban al circo, íbamos entusiasmados por disfrutar de la actuación y ocurrencias de los payasos, los demás contenidos del espectáculo para nosotros los jovencitos, eran puro relleno. Ellos por sí solos llenaban nuestras expectativas de lo que queríamos ver… ellos valían cada peso que costeaba siempre con mucho esfuerzo nuestro progenitor.

El payaso ha trabajado además del circo, en teatros, televisión o incluso en la vida pública como artistas callejeros. Tienen diversas habilidades, pueden contar chistes, realizar malabares, hacer ruidos graciosos, apelar a muchas otras acciones para provocarnos hilaridad; contrario a estos, por desgracia han aparecido en el escenario político dominicano otros payasos pérfidos y ruines que van de manos con la maldad.

Cada vez hay más payasos dominando el mundo, un buen número de ellos convirtió el ejercicio del poder en un chiste siniestro, con el afán terminan en populismo y anti política. Unos usan bien el sentido del humor, dejando un toque de gracia en el ejercicio, porque el humor bien utilizado permea todo, incluso el poder. Otros, echan mano de chistes, exageraciones o situaciones absurdas para conectar con los ciudadanos, el resultado logrado es quedando ridiculizados ellos mismos.

Y los menos, los más pencos, no hacen chistes, constantemente sin quererlo resultan absolutamente ridículos. Tienen huecos el cerebro y creen que llegarán con la misma suerte que les regaló la vida para hacer dinero, ¡no!, eso no se da dos veces; conseguir llegar en política no es por dedo, se necesita más que eso.

Más que políticos con un sentido de humor inteligente, parecen una epidemia de payasos y bufones que han puesto en ejercicio de los cargos de elección popular.

El problema es que las decisiones y posturas de estos personajes afectan a millones de personas y al comportarse como payasos (con sus muecas, bailes y chistes) con la firme creencia que han manejado bien una empresa privada con cien, quinientas o mil personas, da igual dirigir una nación

Este gobierno ha creado su verdadera identidad que no oculta aún tras el exceso de maquillaje y el comprometido y burdo disfraz. Sí, nosotros los dominicanos mayorcitos, tenemos nuestros propios payasos macabros, estos han sustituido la risa por el dolor; la gracia, por la maldad; el aplauso, por la extorsión; la ingenuidad, por el poder, y el malabarismo profesional, por el robo grosero y vulgar. Cambian leyes, promueven descontentos, cancelan por chismes, asaltan el erario público, hacen futuro costosos con el dinero de otros, consuman orgías, tratan groseramente al honesto, amañan elecciones; su ambición no tiene límites. Estos trabajan en una carpa que tiene como lugar el Palacio Nacional… y desde el mismo despacho presidencial. Allí se montan los espectáculos más siniestros dejando cortos a los originales y decadentes payasos. Ellos viven de la saña, haciendo y deshaciendo a su voluntad, porque hacen daño sin importar, sin mirar a quién, no importa por qué. Mañana, en meses, en la soledad sin poder, de macabros payasos, pasarán a ser tristes mimos.

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