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PUNTO DE MIRA

Que la sangre no llegue al Ozama

Las acciones del gobierno han logrado unir la oposición como nunca antes bajo la democracia dominicana.

Por su parte la población entona cantos de cacerolazos que sirven de desahogo.

El repudio generalizado adopta formas pacíficas porque el liderazgo nacional cree posible la adopción de mecanismos que retornen la confianza popular en las instituciones del Estado, como la JCE. La marcha de ayer fue una ampliación de las que reclamaron el respeto a la Constitución.

Pedir la participación de la OEA por parte del gobierno es un paso inteligente ya que entra en escena un mediador distante de las pasiones nacionales. Esto ayudará a que la JCE morigere

La integración de la juventud en las protestas son también un desmentido a su supuesta indiferencia. Hay que destacar el civismo ejemplar con que actúan. Tienen sus temas y formas de expresarse y hay que respetar eso y saludar que los ciudadanos del futuro también reclamaran el respeto a sus derechos.

Hasta el CONEP sale con su imagen chamuscada a solicitar un acuerdo en lo que evidencia que la crisis política es tema de preocupación que exige un cese de los atropellos a las leyes y el retorno del obligado respeto por parte de las autoridades. La entidad de los empresarios se expresa, aunque no con la energía de las iglesias, sobre todo de la Católica, pero están a tiempo de asumir un rol de compromiso. Hay que evitar un desbordamiento del hastío. No es cuestión de culpas sino de rectificación por parte del gobierno. Las marchas son expresión de disgusto, pero son actividades pacíficas y ahí deben quedarse.

El gobierno aún tiene la oportunidad de evitar que la sangre llegue al Ozama.

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