ORLANDO DICE
Apreciaciones a la carrera
Difícil escribir cuando los acontecimientos están en movimiento y no se tiene clara la situación y se reacciona con la efervescencia de la cerveza.
El eructo no es el mejor consejero, y mucho menos cuando se come con mucho ajo o cebolla cruda. La respuesta es más visceral que pensada.
El agua puede revolverse y la tierra siempre dispuesta a enrarecerla. Solo que sucia será un riesgo beberla. E igual bañarse.
Tampoco tiene sentido forzar crisis o aprovecharla como medio de propaganda. Si los de adentro no saben, menos los de afuera.
La Junta Central Electoral es responsable, los partidos interesados, y a la hora de la malicia, ninguna creencia es superior a otra.
Si se habló en principio de blindaje frente a acción de terceros, actuando a distancia, hay que suponer que el estropicio fue obra interna.
Aunque si conviene advertir que al momento de repartir culpas, a los equipos no les saquen comida, ni aparte ni junta.
Los aparatos, por muy sofisticados que sean, no se gobiernan, y solo hacen lo propio: Lo que les mandan a hacer.
En una película se reprogramarían y harían bellaquerías impensadas, propias de robots inteligentes, cuyos designios serán apuestas de futuro.
La JCE que los adquirió, e impuso con un consenso mínimo, confió en que llenarían el cometido. Pero no solo ella, su confianza fue avalada por entidades de prestigio internacional.
¿ O acaso no fue ese el propósito de pruebas y auditorías ?
La intención -- callada o manifiesta -- será cargar el dado al organismo, pero fuera bueno que más que un tiro, se disparara una ráfaga.
Que a nadie se excluya bajo excusa de asesoría, si hubo inadvertencia, tiene que ser compartida, y si se condena al fuego eterno, también deben quemarse por complicidad.
La renuncia o destitución del presidente o del pleno de la Junta no es problema. La ley o la Constitución establecen los procedimientos.
El problema sería escoger otra que la sustituya, y que no debería ser por consenso, sino por unanimidad. Una unanimidad imposible, aun cuando los indios andan de la mano con la caballería.