Opinión

FIGURAS DE ESTE MUNDO

Un poeta errante

El escritor austriaco Rainer María Rilke fue una especie de poeta errante. Vio mucha gente, viajó por todas las ciudades europeas y del mundo.

En un vagón de tren, en un restaurante o en un concierto habría pasado inadvertido. Vestía ropa muy sencilla, aunque siempre muy limpia y de muy buen gusto.

Evitaba cualquier atributo que pudiera acentuar su celebridad, no concedía entrevistas y prohibió publicar fotos suyas en revistas, a fin de preservar a toda costa su vida privada, sin lujo ni oropel, para ser uno más entre la gente, y poder así observar antes que ser observado.

En su constante viajar disfrutó las maravillas del hombre y la creación, pero sobre todo Dios, que invade con su grandeza el alma del artista. Este ve a Dios como un ser infinito y sublime, omnipresente, que abarca todas las emociones del hombre, criatura frágil y diminuta.

En su “Libro de horas”, Rilke le dice al Omnipresente: “Los poetas te han dispersado,/ pero yo te recogeré en el vaso que te agrada./ Yo viajaba en muchos vientos/ y en ellos estabas tú”.

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