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EL CORRER DE LOS DÍAS

Cuando los humanos rescataron el tiempo

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

Se ha querido decir que durante el periodo que los geólogos llaman Pleistoceno el hombre vivió de la exclusiva cacería de los grandes animales. Sin embargo, vale decir que también fue importante la recolección, y la pesca. Tal afirmación no es coincidente con la realidad.

Durante el Pleistoceno aparecen los diversos tipos de homínidos que, alcanzando a producir industrias, como se llama a la fabricación de artefactos para la subsistencia, durante por lo menos dos y medio millones de años, se producen desarrollos tendientes a la aparición de “culturas” que luchan con sistemas climatológicos adversos y dificultades para el vencimiento del medioambiente.

Solo hacia el 12000 antes de Cristo, luego de la aparición del Homo Sapiens en el sur de África, 150.000 años atrás, aparecen sociedades con capacidades e inteligencia suficiente para no solo depredar el medio, sino para llegar a tecnologías verdaderamente complejas y efectivas, capaces de facilitar la pequeña cacería, la caza y la recolección.

Pero un punto es clave, durante el comienzo aproximado del 12000 antes de Cristo, durante el Holoceno, las acumulaciones de ecosistemas sumamente ricos dieron al ser humano capacidades para una producción muchas veces superabundante.

Hacia el 15,000 antes de Cristo, o tal vez poco después, el hombre, por varias rutas ha llegado a América, y durante el 10,000, periodo en el cual las aguas, debido a la descongelación polar, aumentan el nivel de base de los ríos, y se generan zonas de pesca, se acrecientan los manglares donde viven y se producen numerosas especies, y la vida sedentaria se consolida gracias al aprovechamiento de zonas que se han transformado, de hecho, en almacenes virtuales de especies vivas, más captables con tecnologías que hacen hincapié en la recolección y el aprovechamiento de los lugares llamados “lenticos”, constituidos por lagunas, desembocaduras de ríos de gran cauce, caños, ciénagas, y el descubrimiento de vegetaciones capaces de proveer materia prima para pequeñas sociedades de “bandas”, sin agricultura pero capaces, por su sedentarismo, de abrirse caminos de navegación, e invenciones producto de las observaciones.

El fenómeno de la intensiva explotación ecológica y la experiencia de la vida cada vez más sedentaria, traía como consecuencia, experiencias de domesticación, adaptación en lugares donde el bosque producía frutales aprovechables, y en términos generales, estas sociedades llamadas “arcaicas” por el arqueólogo norteamericano Gordo R. Willey, conformaron ya hacia el siglo X antes Cristo, el paso inicial hacia la agricultura.

Las mismas estuvieron presentes en el Caribe desde por lo menos el año 8000 antes de Cristo.

Esta secuencia no debe considerarse un modelo automático de desarrollo. Pero vale señalar que territorios que se poblaron tardíamente como los de América, y otros poblados muy tempranamente como son numerosos sitios de África y el lejano Oriente, dados los cambio que ha producido el llamado Holoceno y la presencia humana coincidente, parecen haber desarrollado formas tecnológicas desde el momento en que estas sociedades, tempanas las unas, tardías las otras, tuvieron la oportunidad de abrirse paso en ecosistemas de explotación y riqueza novedosa, por cuanto se puede considerar el periodo Holoceno, del cual aún gozamos, como una etapa en la que la cultura humana comenzó a reproducirse, y en la que, gracias al intercambio se produjeron resultados muy bien analizados por Gordon R, Childe en la obra Man Makes Himself. (El Hombre se hizo a sí mismo)

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