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Cuando se acaba la magia

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Cristhian JiménezSanto Domingo

“Cuando se acaba la magia...”, dice la canción de Braulio, aludiendo a la imposibilidad de continuar una relación amorosa que se desmorona pese a nuevas promesas y fingidos juramentos.

Frustrado el mago cuando el público se adelanta a la sorpresa que deberían causar sus repetidos trucos.

Insiste y adorna y habla en demasía, pero no es posible la reconexión.

El Partido de la Liberación Dominicana cumplirá en agosto próximo 16 años continuos en control del Estado (20 de los últimos 24), lo que ha generado hartazgo en gran parte de la población, que reclama el fin de la impunidad ante obscenos actos de corrupción y criminalidad, algunos que trascienden el plano nacional y soluciones estructurales en educación, salud, ambiente y seguridad, más allá de grandes obras de infraestructura, numerosas importantes, aunque no priorizadas, y proyectos de adquisición de equipos y tecnologías que ensanchan bolsillos ya abultados.

Es difícil reciclarse cuando se agotan las propuestas innovadoras y se privilegia el uso abundante de recursos públicos y las maniobras grupales internas, avasallando, sin importar fracturas o disgustos profundos que imposibiliten la cohesión, aunque en cada discurso del candidato presidencial o participación de voceros oficiales en los medios de comunicación se hable de una “sólida” unidad, evidente deseo, aspiración fundamental para un desempeño electoral medianamente honroso.

Después de tantos años de manejo del poder a su antojo, sin contrapesos efectivos, salvo las denuncias en medios de comunicación (algunos atacados y acosados de las más diversas formas por esta labor), el PLD requería una férrea unidad y un candidato carismático con desafiantes propuestas que encantara indecisos. No ha ocurrido así.

El presidente Danilo Medina, quien firma los decretos y decide quiénes ascienden al Comité Político y al Comité Central y los métodos de elección, es decir, jefe absoluto, se obsesionó con reformar la Constitución para repostularse, y cuando fue derrotado por fuerzas internas nacionales y el gobierno norteamericano, molesto, en discurso al país quiso creer y hacer creer a sus seguidores que le negaban un derecho. Improvisó y rompió el equilibrio entre aspirantes danilistas, desbarató las reglas de juegO que él impuso e introdujo a Gonzalo Castillo con un mensaje claro de que sería el candidato. Reinaldo Pared, secretario general y Amarante Baret, radical danilista denunciaron la maniobra y abandonaron la desigual carrera.

Hoy no ha sido posible superar el desaliento. Se nota desgano en veteranos dirigentes, aunque muchos simulan y hasta mienten “con sinceridad”.

Danilo solo pensó en él y la realidad es que solo un milagro salva al PLD de una derrota en mayo de 2020. Los presidentes logran hazañas, pero Medina está jubilado por la Constitución y algunos lances son riesgosos cuando todos los números son adversos.

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