Lección que el tiempo olvida

El PLD empezó su carrera, que ahora cumple 46 años, siendo sectario contra el PRD, el vientre del cual había salido la nueva organización.

Ese ánimo de entonces se explicaba solo, pues las condiciones eran duras y la circunstancia difícil. Si no hubiera sido fiero, se lo hubiesen comido vivo. El antiguo partido por un lado, que más que atacar se defendía, y el gobierno por el otro. Un cerco que se cerraba con el encono de la izquierda.

Una situación de fuego por arriba, por abajo y por los lados.

El tiempo pasó y el PLD pudo sobrevivir, e incluso ser poder, pero lo logró mudando de temperamento. Menguando el sectarismo y abriéndose a todas las posibilidades de crecimiento.

Una lección aprendida que ahora parece olvidarse. Aunque se expresa de manera sutil, los seguidores de Danilo Medina recelan de los parciales de Leonel Fernández que se quedaron.

Que no se fueron con La Fuerza del Pueblo.

La actitud puede considerarse de muchas maneras, y esa tal vez no sea una tarea apremiante, pero sí manejar con inteligencia emocional una realidad que escapa a su control.

Los leonelistas que ganaron las primarias y hoy son candidatos deben hacer campaña dentro y fuera como si en el partido no hubiera sucedido nada. Lograron la nominación en buena lid, y las mediciones oficialistas aseguran que retendrán la posición en las elecciones, sean de febrero o de mayo.

No tiene sentido y menos razón que se les obstaculice pensando que tienen un pie aquí y otro allá, o que cuando ganen irán a integrarse a la nueva manada. La historia se hace de muchas maneras, y cada cual es dueño de su mezquindad. El senador, diputado, alcalde, regidor, director de distrito o vocal que pase la prueba en la boleta del PLD, se acreditará al partido.

Así constará en los boletines de la Junta Central Electoral, en el record eleccionario de la organización y en la reseña de los medios de prensa. Si después decide marcharse, con todo y cargo, nada nuevo ni que antes no haya ocurrido.