Opinión

DETRÁS DE LA RENDIJA

Ramfis Domínguez Trujillo en la catedral de Baní

Ramfis Domínguez, el nieto del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, entró ayer, discretamente, a una Catedral atestada de fieles banilejos. Detrás de él le seguía un séquito, probablemente sus guardaespaldas que, sin hacer ningún aspaviento, le acompañaron hasta los asientos de segunda línea, frente al altar mayor del templo Nuestra Señora de Regla, de Baní, donde el obispo Masalles oficiaba la misa del 21 de noviembre, el día consagrada a su patrona.

Cuando el ayudante del obispo anunciaba la presencia de las autoridades, risas y aplausos surgieron desde el costado derecho de la Catedral, porque se había informado que la gobernadora Nelly Melo estaba ausente, y seguido se rectificó que sí, que estaba allí, dejando escuchar risas y algunos palmoteos.

Después siguieron las menciones de autoridades, pero, por alguna cuestión extraña, sin explicación posible hasta ahora, los presentes solo escuchaban el desfile de menciones. Nada más. Pero aquí está la sorpresa: cuando se mencionó el nombre Ramfis Trujillo, se destapó una ovación que fue fuerte, y prolongada.

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