La divisa del no cambio

La divisa interesada, cómoda y confiada de la dirección del PLD era que lo que estaba bien no había porqué cambiarlo. Una manera de ocultar falta de institucionalidad y negarse a renovación.

Esa autosuficiencia fue puesta en cuestión en la reunión del Comité Político en Casa de Campo el sábado pasado. La primera vez en mucho tiempo que el partido que fundara Juan Bosch se sometió a autocrítica.

En el encuentro se abordaron cuatro temas principales, y de manera rigurosa. No había que buscar quinta pata al gato, pero sí comprobar sus siete vidas.

La primera fue la situación orgánica, determinar como la salida de Leonel Fernández y su gente afectó al partido. Cuántos realmente se fueron.

Ese ejercicio permitió saber que de 630 miembros del Comité Central solo 137 se pasaron a La Fuerza del Pueblo, y que de los Intermedios, 120 de 2,013.

Con razón se dijo que las bases quedaron intactas, aunque el porcentaje varía. Reinaldo Pared habló de 10%, pero Temístocles Montás considera que 6%.

El hallazgo fue alentador y echó por tierra nociones equivocadas. Las situaciones se dan en los niveles altos, como si fuera a acabarse el mundo, pero no en los mandos medios y bajos.

No es igual la pequeña burguesía alta o medio alta que la baja, muy baja. Rafael Alburquerque se va ahora, pero se fue antes, y podría irse siempre. Tiene sus problemas resueltos.

Pero no así el compañerito de la base que no tiene más que su militancia, sus creencias primarias, y quien a pesar de sus méritos nunca logra una promoción en un partido de elites.

Los peledeístas -- sin dudas -- tendrán que volver a los escritos fundacionales, al Bosch teórico, para entenderse a sí mismos y corregir su comportamiento de clase.

Lo que sucede ahora no hay que rastrearlo, se encuentra con solo abrir Composición Social Dominicana, texto de universidad que los discípulos abandonaron en el baúl de los libros viejos.

Bosch declaró al PLD marxista, pero no leninista, y después boschista, para terminar como ahora, en nada.