Opinión

POLÍTICA Y CULTURA

¡La unidad es indetenible!

La unidad democrática de la oposición sigue viento en popa, bajo la dirección de nuestro candidato presidencial, Luis Abinader, quien comanda un conjunto de organizaciones políticas, bajo la coalición democrática del cambio en las próximas elecciones. Un cambio masivo en las preferencias electorales parece haberse volcado sobre la opción que representa el PRM, junto al Partido Humanista Dominicano, el Partido Revolucionario Social Demócrata, Dominicanos por el Cambio, Alianza por la Democracia, Frente Amplio y Coalición Democrática. Este es el barco insignia del proceso por la victoria electoral de la oposición sobre el grupo hegemónico del PLD, que pretende eternizar su ejercicio cuestionable de Poder político.

Po otro lado avanzamos hacia la conformación de acuerdos unitarios en el plano Senatorial, con “Juntos Podemos” y varias organizaciones populares y democráticas, como el Partido Alianza País, en candidaturas específicas y lugares determinados. Un sentimiento generalizado de cambio en los mandos del Estado se percibe en crecimiento constante en el panorama político nacional. Los esfuerzos de construir una opción continuista en la boleta oficialista, han chocado con la realidad de una insuficiencia visible del candidato presidencial del Gobierno, sin luces, sin carisma, sin dominio de los temas sensibles que atenazan la realidad social y económica de la nación. Una falencia de esa naturaleza no puede corregirse con una apabullante campaña publicitaria, saturante, falsa, que provoca efectos contrarios por la debilidad congénita del postulante en materia de Ciencias Políticas

La decisión de unificar esfuerzos para que la oposición capitanee una contundente escogencia de Senadores, constituirá una de las columnas básicas del nuevo Gobierno que presidirá Luis Abinader. No queremos un Senado sumiso y mecánicamente obediente al Poder Ejecutivo, castrando iniciativas democráticas, como el que vivimos en la actualidad, lo queremos plural, compartido, poniendo en primer plano los intereses nacionales. Y en ese nivel, la alianza será altamente productiva, privilegiando lo mejor de la oposición y sepultando una praxis nociva que ha corrompido las estructuras legislativas del país, sujeta a las líneas bajadas por los altos capitostes del continuismo. En esa dirección, Luis Abinader valora en su justa medida las tácticas adecuadas.Venimos de experiencias históricas viables como las alianzas en 1962 contra la oligarquía, la lucha contra el Triunvirato y por la reposición de la constitucionalidad violentada en 1963, la del heroico abril del 65, la del Acuerdo de Santiago en 1974 que unió a constitucionalistas y a wessinistas contra el continuismo y la represión, la del Acuerdo de Santo Domingo en 1978 que barrió al aparentemente invencible poder totalitario cívico militar.

De lo que se trata ahora es de viabilizar el tránsito a la democracia, que sufre el deterioro de la permanencia indefinida de un grupo político que no para mientes, en utilizar todos los recursos del Estado, pisoteando todas las normas y principios que juraron defender para terminar la obra inconclusa de Juan Pablo Duarte.

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