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IDEANDO

Fama, dinero y autodestrucción

David Ortiz, antes del percance que casi le quita la vida, le concedió una entrevista al comunicador Joel López en la que habló de manera reflexiva acerca de la felicidad.

Dijo el Big Papi en dicha entrevista, de manera enfática, “mentira, mentira, el dinero y la fama no garantizan la felicidad”. (La entrevista está en YouTube ).

Esta revelación, viniendo de una persona como él, famosa y adinerada, además de ser creíble, constituye un testimonio a ponderar.

Parece que no hay maridaje entre la fama, el dinero y la felicidad. O parece que mientras más se eleva la grandeza humana, más grande es la insatisfacción. O puede ser que ninguna de esas cosas garantizan la plenitud de gozo en el ser humano. La verdad es que uno no se explica porqué muchas celebridades, después de alcanzar los más altos honores y reconocimientos en su oficio, después de ser reconocidos por todo el mundo en el planeta y obtener grandes fortunas con su trabajo, después de tanto esfuerzo por crecer y alcanzar notabilidad, terminan su vida de la manera más abyecta, triste y miserable. Este es un síndrome más común entre los artistas. Sobran los ejemplos. Y esto quiere decir entonces que hay un gozo espiritual, una plenitud humana, un sentimiento superior a la notoriedad social y al bienestar económico.

Los aplausos, el éxito, el dinero, pueden conducir al fracaso si no se manejan con prudencia y de la mano de Dios. El ejemplo más reciente es el de José José. Un verdadero portento de la canción romántica, un ídolo de multitudes, un hombre rodeado de todas las virtudes para tener plenitud de vida lejos del alcohol y sin embargo derrochó su talento y su fortuna por esa condición de dependencia. Y como él otras grandes celebridades del canto, de la actuación y la literatura a los cuales sus excesos los excesos les arruinaron sus carreras.

Lindsay Lohan, Charlie Sheen, Pablo Montero, Diego Armando Maradona, Michael Jackson, Whitney Houston, Pamela Anderson, Enest Hemingway, Willian Faulkner, Edgar Allan Poe, Truman Capote, Oscar Wilde, entre otros grandes artistas que a lo largo de su profesión tuvieron una vocación permanente hacia la autodestrucción.

A estas personalidades que lo tuvieron todo, que llegaron a ser archiconocidos y queridos por su congéneres, personas admiradas y respetadas, pienso que les faltó grandeza para encontrar alegría lejos de sus logros materiales. Pienso, sobre todo, que les faltó Dios.

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