Danilo se repliega

El presidente Danilo Medina se enfrenta al difícil equilibrio de ser por su investidura el símbolo de la unidad nacional y, al mismo tiempo, defender su escogido para darle satisfacción a su funcionariado que ha volcado sus preferencias por un precandidato percibido por la comunidad nacional no por su lucidez, que es desconcertante, sino como una locura, para crear una imagen de confusión o la apertura de la caja de los truenos en el PLD. Realmente no encaja para derrotar a Leonel Fernández. Sin embargo, hay algo extraño: los silencios del poder. Como si se fuera consciente que una organización política tan madura como es el peledeismo presentara bajo la tutela del poder un precandidato con un vínculo con el electorado puramente emocional. Carece de rédito electoral que sí tienen tres de los desplazados porque fueron senadores. El Presidente parece que no sacará la cabeza del agujero del avestruz y enfrentarse con su problema. Y su problema es que el elegido para derrotar al contrapoder cada día luce su falta de representatividad que ha dejado desconcierto e incredulidad en sus propias filas porque surgió como un “outsider”, que llega de fuera. Aún así y mientras los “gritos de guerra” de Leonel suenan altos y que siempre le han dado victorias al PLD, que ha sido su verdadero talismán, el danilismo espera que Medina le ponga voz a la precandidatura de Castillo que enfrenta altos muros para impulsar su propuesta sobre la base de una saturación mediática que se ha considerado demasiado intoxicante e inductora de abuso del uso de los recursos del Estado. Se han utilizado todas las formas de movilización electoral; clientelismo, patrimonialismo o corporativismo, y la sustitución de lo público por lo político y no detienen a Fernández. ¿Qué ha fallado?... Su estilo lampedusiano de pretender cambiarlo todo para que todo siga igual.