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El dedo en el gatillo

Los reyes del humor

Raymond Pozo y Miguel Céspedes son los reyes del humor. Los dominicanos aceptaron el calificativo de Freddy Beras Goico, y se han encargado en demostrar que tienen talento para hacer reír a las grandes mayorías a través de la pantalla chica.

Pero solo en la pantalla chica. Cuando saltan al cine, Raymond y Miguel no demuestran lo mismo. Esto me hace recordar mi entrevista con Enrique Arredondo, el famoso humorista de la televisión cubana. En aquella ocasión, le pregunté las razones por las que no había dado el salto al cine al igual que otras grandes figuras antillanas como Enrique Santiesteban, Julito Martínez, Salvador Wood, Reinaldo Miravalles, German Pinelli y Carlos Monctezuma, entre muchos otros. Con la honestidad propia de su amplio sentido del humor, Arredondo me respondió que en la televisión y la radio no tenía que leer libretos porque los escritores dejaban sus bocadillos en blanco para que él mismo improvisara lo que iba a decir, pero en el cine tenía que restringirse a lo escrito en un guion (con gestos incluidos) y que él no estaba preparado para eso.

Leopoldo Fernández (Trespatines) fue el mejor de la radio de habla hispana. Cuando saltó a la televisión, su físico no le acompaño, como tampoco su nivel de improvisación delante de una cámara.

Mario Moreno (Cantinflas) reinó en el cine de humor, no solo por su picardía y forma de vestir, sino por su dicción, gestualidades y ocurrencias. Cuando saltó a la televisión, en busca de más pesos, tampoco brilló. En este caso, su libertad creativa aniquiló la manera tan graciosa de pronunciar los parlamentos de los guionistas.

Freddy Beras Goico, nuestro humorista mayor de la contemporaneidad, cuando fue al cine, no brilló como en la televisión. Sus escenas en Punto final, deberán ser antologadas entre los mejores espacios del humor popular. Dominicano de pies a cabeza, nadie como él pudo reproducir el choteo y los instantes de diversión de nuestro pueblo.

Valen estos ejemplos para Raymond y Miguel porque, a todas luces, sus actuaciones en el cine no solo son desiguales, sino que contrastan con sus apariciones en televisión, donde nadie los puede igualar.

En una entrevista publicada hace un par de días en “El País”, Maury McIntyre, presidente y CEO de la Academia de la Televisión de Estados Unidos afirmó que la televisión hoy es prácticamente el centro de los medios en el mundo, y aseguró que es posible haber visto más series nominadas a mejor drama que filmes nominados al Oscar a la Mejor Película. Tal vez tenga razón. Pero soy de los que piensan que la Alfombra Roja no convierte a nadie en semidios, aunque por ella crucen más figuras de televisión que de cine. Cada cosa en su lugar. Ojalá que Raymond y Miguel no piensen que con sus estrellas en Down Town Center ya son el centro del mundo. Todos queremos que, en el cine, sean también “los reyes del humor”.

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