ORLANDO DICE...
Rastros a seguir
Las encuestas, no importa rigor o grado de manipulación, siempre dejan rastros que se pueden seguir y llegar a camino.
Un ingenioso las comparó con una foto, y el griego habló del río, de que nadie podía bañarse dos veces en su misma agua, y no tenía mejor referente.
También pudo decirlo de una instantánea.
Ninguna persona sale igual en un retrato, aun cuando sea el mismo fotógrafo, e incluso en una sesión continuada. Cambia el enfoque, la luz, el maquillajeÖ
Las encuestas ni más ni menos.
No hay que excederse en generosidad en el análisis, pero si corresponder a la realidad. Una mujer al levantarse no se ve tan bella como de seguro más tarde acabando de salir del salón.
Aunque hay aspectos cruciales en una encuesta que tienden a pasarse por alto. La alta tasa de rechazo, por ejemplo.
Ese es un pliegue de la cara que no se elimina con ningún tratamiento, y que debe figurar en el registro, si se quiere un trabajo honesto.
Eso se está viendo en los sondeos de estos días, y en base a esos porcentajes se estarían haciendo cálculos y apuestas que podrían ser decisivas.
El llamado techo.
Fulano llegó a su techo y a mengano todavía le queda espacio para subir. Los expertos hacen maravillas y a veces se tiene la impresión de que deliran.
El saberse conocido ciento por ciento era bueno, o es bueno, pero en determinadas circunstancias conviene no serlo totalmente.
Por ahí se mueve la aguja del reloj.
Aunque a vuelta de mesa se tiene otra realidad que tampoco es concluyente: la acreditación. Un aspirante, precandidato, candidato puede tener números insuperables y que garantizan su elección.
Sin embargo, una mata de mango tiene todos sus mangos, incluso maduros, porque no se le tira piedra. Cuando eso ocurra, muchos se irán a tierra.
Así aspirante, precandidato, candidato. No debate, ni entra en discordia, y quinceañera antes de su debut en sociedad.
Cuando se convierta en objetivo, y le disparen, entre chismes y agravios será flor, pero de un pantano.