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COLABORACIÓN

Epístola a los gentiles

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Daniel Beltré LópezSanto Domingo

La historia de la democracia dominicana es la historia de la lucha entre el bien y el mal, entre la simulación, la banalidad, la mentira y la verdad inmarcesible; entre los que creen en el hombre y los que creen en las cosas.

La amenaza de disolución social ha estado latente en cada pálpito de nuestra existencia como nación; pero siempre ha emergido, aun desde las cadenas de las tiranías, el espíritu invencible del pueblo como domador del ánimo protervo, de la traición velada y de la apuesta cobarde por envilecer el alma nacional.

Ahora no será distinto: podemos sentarnos a ver pasar el entierro de quienes anuncian a la República, ahítos de odio, una dictadura de caudales herejes, que prohíjan, mixturados con el poder, la extorsión y el miedo.

Una vez más septiembre es referencia de dolor en la conciencia pública; ahora, un concierto patrimonialista, impulsado por fuerzas que motorizaran en su día el golpe artero contra Juan, tras procurar sin éxito nuestra desintegración, infiltra los centros de mando del Partido de la Liberación Dominicana, cohabitándolos como propios, en procura de avanzar en rol de quinta columna a la toma del poder. Es la danza de la muerte, de la ofensa a un ideario al que hubimos de entregar todos nuestros sueños.

Afortunadamente seguimos aquí, inconmovibles, arrimados a los filos redentores de nuestra historia, fieles a una resistencia que no arriará sus banderas.

Que sepan los rentistas armadores de aventuras, los voyeristas de la infamia, que el PLD no es un botín, no importa hayan pretendido comprar falsos portulanos en vergonzosas subastas promovidas por los que cambiaron la oportunidad de la trascendencia por un puñado de denarios.

El PLD es una idea prendida en el destino popular, es la fuerza de un pueblo que sabe diferenciar entre trampas y verdades; de un pueblo que ha iniciado su marcha capitaneado por Leonel Fernández, albacea de la unidad y la victoria, a quien acompañamos resueltamente, convencidos de que el corazón de un verdadero peledeísta no cabe en moneda alguna.

El autor es abogado, miembro del Comité Central del PLD

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