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FE Y ACONTECER

Entren por la puerta estrecha

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

Domingo XXI del Tiempo Ordinario 18 de agosto 2019 - Ciclo C

a) Del libro del Profeta Isaías 66, 18-21.

Esta lectura refiere un final grandioso, abierto, universalista, impensable en la mentalidad judía de la época. Como puede verse, la conclusión del libro deja abierta la puerta de la esperanza para varias realidades, entre ellas: la reunión de todas las naciones (v.18); muchos paganos que conocían el nombre del Señor se convertirán y serán enviados a predicar a los mismos israelitas (v. 19s). Puede decirse que es una síntesis de los más hermosos textos del profeta: la manifestación de la gloria de Yahveh, la atracción o invitación universal y, lo nunca oído: la participación de los gentiles como sacerdotes y levitas de la nueva teocracia mesiánica, “de entre ellos escogeré sacerdotes y levitas” (v.21). Nosotros sabemos por la revelación posterior que el cumplimiento de esta profecía ha tenido lugar entre todos, judíos y gentiles.

b) De la Carta a los Hebreos 12, 5-7.11-13.

Este pasaje invita a los responsables de la comunidad a corregir a sus miembros para procurar la buena salud de éstos, presentando como tema central que Dios nos corrige como a hijos. El autor de la Carta presenta dos planos diferentes y complementarios, y recurre al ejemplo de una familia en la que el padre, solícito del crecimiento de los hijos se ocupa de corregirlos para que lleguen a la madurez humana. La corrección es al mismo tiempo rigurosa y afectiva.

c) Del Evangelio de San Lucas 13, 22-30.

En su viaje hacia a Jerusalén Jesús es interrogado sobre una cuestión muy discutida entre los rabinos y sus diferentes escuelas: ¿cuántos se salvarán si muchos o pocos? Los rabinos estaban de acuerdo en que la salvación era exclusiva de los judíos; pero según algunos, no todos la conseguirían.

Jesús traslada el centro de atención del cuántos al cómo se salvarán y empieza por una exhortación: “Esfuércense en entrar por la puerta estrecha; les digo que muchos intentarán entrar y no podrán” (v.24). Y en seguida presenta esta sentencia con la parábola de la puerta que se cierra para algunos, impidiendo su acceso a la mesa del banquete del Reino y que, en cambio, se abre para otros muchos venidos de los cuatro puntos cardinales porque “hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos” (v.30). Así desestima Jesús la falsa seguridad de la salvación fundada en la simple pertenencia al pueblo de Israel.

La parábola es una invitación a la conversión radical del corazón; la puerta que encuentran cerrada los que llegan tarde anuncia la autoexclusión de los judíos y la franquicia del Reino a las naciones paganas. Según Jesús, la puerta de entrada a la Vida es estrecha para todos. “¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos” (Mt. 7, 13s). Lo que nos salva es la respuesta a Dios en la fe y en la fidelidad cotidiana que se expresa en el seguimiento de los valores del Reino.

El mensaje del texto evangélico de este domingo está implícito en la imagen grandiosa que nos presenta el Profeta Isaías, en el que se describe la universalidad de la salvación de Dios a partir de Jerusalén, que se convierte en foco de atracción cultual para todas las naciones; más que el número de los salvados.

Fuente: Luis Alonso Schˆkel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.

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