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EL CORRER DE LOS DÍAS

La roca. Versión de haber pasado

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

Para Pedro José Ortega

Yo soy la piedra y hablo desde la piedra, y hablo del arenal del que he formado parte. No de otro modo puedo hablaros. Reuniendo mis escorias soy yo mismo, y de mí mismo atrapado en mi concha, sin sexo ni avaricia. Soy la piedra y el mundo habla a mi lado en una jerga nueva de inocencia. Soy la durabilidad de lo creado, también la superficie, el átomo, el subátomo, la molécula oculta y sus fantasmas; el manto endurecido por la pétrea distancia repetida; paradójico quantum soñoliento, un pedazo energético, instantáneo de lo que seré luego y un vaivén sin fronteras por el que vuelvo apenas recreado. Hemos sido de tierra, ¿a qué negarlo?

Puesto que soy guijarro, mi palabra es la historia que aporrea. La honda de David furibunda porque ha dado en el blanco. Geología entre metáforas. Lapidación de vientos que se mueven. Sustantivos calcados, cinceles sin oficios que perfilen mi sueño de osamentas.

Te puedo predicar desde lo alto, donde el volcán pregunta por el lodo. Perturbación que piensa si amenaza... (Oblicua tentación de las distancias, lava que espera ser tierra de nuevo).

Yo soy la piedra, vedme, justicia extrapolada para juzgar el fallo de los jueces golpeando los cometas y las dudas. La Música de Andrómeda, la Vía Láctea y sus carros de fuego, perturbados por el profeta Elías desencarnando. Vestida con mi Olimpo, ---añadición del tiempo que me encoje---, palpito ante lo eterno. Soy la roca. Nocherniega del otro; peregrina ante el alter y el desierto, me persigno virtuoso al encontrarme habitando un poeta de virtud peñascosa. La tarde amena asoma su ternura y me olfatea guardiana de mis voces. Deliberadamente me estremezco sintiéndome fluir y por tanto me invoco en trilobites, millones de años toscos, viejas formas de vidas acechantes; sellos indescifrables de un pasado deforme aún respirando me caminan por dentro, recuerdos de mi mismo hechos de sílice y tempestad prestada. Efímero en el baile intemporal de Shiva, renazco entre mí mismo y adivino mis cuerpos, (contornos de la música; arrecifes corales, cánticos de mil voces que me llaman; diéresis de granito me interpelan), y digo, soy la piedra que contiene la roca; la roca que hecha piedra se protege remembrando universos, y me asumo, me describo; me cincelo, me añublo y me abandono, y nazco y muero salmodiando los siglos hasta ocupar el borde de la tierra, donde a veces habito sin saberlo.

Soy arena en retiro, roca que se deshace, ola seca que muere vinculando oleajes, donde se hacen normales los salmos de la herrumbre.

Santo Domingo 13 de agosto de agosto del 2019

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