Opinión

EN RELEVO

Guerra comercial y la economía dominicana

La ansiedad de los mercados aumenta mientras se arrecia la guerra comercial entre las dos grandes potencias económicas del planeta, Estados Unidos y China. La más reciente escalada se produce a raíz de que Trump, al parecer frustrado por la falta de avances en las rondas de negociaciones celebradas recientemente en Shanghái, rompió la tregua anunciando la imposición de tarifas por 300 mil millones de dólares a productos chinos; a lo que el gigante asiático respondió con una fuerte devaluación del yuan y la suspensión de las importaciones de productos agrícolas estadounidenses.

La apuesta por aumentar el tono de la retórica proteccionista guarda una estrecha relación con el proceso electoral del año próximo. Trump busca la reelección y trata de encandilar sus bases, dispersas en esa América profunda, rural e industrial, alejada de la corrección política que prima en las cosmopolitas metrópolis costeras.

El problema radica en que la buena marcha de la economía, principal divisa política del Presidente republicano, comienza a acusar los efectos de esta guerra comercial, cuyos embates no sólo se sienten en los mercados bursátiles, sino también en la economia doméstica del norteamericano promedio. Esos que viven “cheque a cheque” en estados donde el discurso populista encontró terreno, y que nuevamente resultarán claves en las elecciones del veinte.

A los estados de la franja industrial les prometieron que retornarían las fábricas fugadas con sus miles de empleos de calidad...

Y eso no ha sucedido.

Además de que Iowa, Wisconsin, Michigan, Ohio y Pensilvania, decisivos para los republicanos en el 2016, no han sido particularmente beneficiados por las medidas económicas aplicadas por esta administración; que se reducen a la disminución de las tasas impositivas a las grandes corporaciones, la desregularización de los mercados, y dar continuidad a las políticas expansivas con presupuestos deficitarios y tipos de interés reducidos.

Y otros estados decisivos, enclavados en lo que se conoce como el “Cinturón del Maíz”, sufren también las consecuencias de los aranceles impuestos por China a los productos agrícolas estadounidenses, con la amenaza que supone para sus economías que se extienda por un tiempo prolongado las prohibiciones aplicadas recientemente.

Veremos hasta dónde llevará su apuesta Trump. Si reafirma sus políticas proteccionistas o cede ante Xi Jinping, en capacidad de absorber mejor los golpes en un sistema político que no le obliga a renovar su mandato cada cuatro años.

Mientras, en medio de ese mar revuelto, la economía dominicana parece navegar plácidamente; conducida por una tripulación competente, pendiente de la embarcación y dispuesta y preparada para enfrentar las amenazas propias de estos temporales.

La República Dominicana sigue creciendo a un ritmo muy superior que el resto de la región, genera altos niveles de confianza a los inversionistas nacionales y extranjeros, las remesas y las exportaciones se mantienen en aumento, y se incrementa la llegada de turistas a pesar de la pequeña crisis de imagen que padecimos semanas atrás...

Pero cuidado con excesivas confianzas... Nuestra economía, pequeña y abierta, es muy vulnerable ante crisis globales... Y nos está impedido el lujo de perder de vista todo cuanto acontece en esta aldea global.

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