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PASADO Y PRESENTE

¿Por qué mataron al piloto Murphy? (y II)

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Juan Daniel BalcácerSanto Domingo

Concluida la “Operación Galíndez” en forma hasta cierto punto exitosa, el piloto Gerald Lester Murphy se radicó temporalmente en el país. Ingresó como copiloto a la Compañía Dominicana de Aviación con un sueldo privilegiado, superior incluso al de algunos pilotos profesionales con mucha mayor experiencia. Murphy, joven inexperto, malinterpretó el trato especial que le dispensaba el gobierno de Trujillo. Y como desconocía cuál había sido realmente la misión para la cual fue contratado, jamás sospechó que su nuevo status en el país obedecía a una estratagema oficial para mantenerlo vigilado y bajo control mientras el caso Galíndez perdía vigencia en los medios de comunicación norteamericanos.

Sin embargo, tan pronto se hizo evidente la fecha en que desapareció Galíndez -el mismo día en que Murphy pilotó un avión para República Dominicana-, este reconoció que el “paciente” en fase terminal que tuvo como pasajero, era precisamente el profesor vasco. Sea porque tal sospecha lo asustara (pues acaso no habría aceptado dicho trabajo de saber que se trataba de un secuestro), lo cierto es que Murphy incurrió en el error de hablar más de la cuenta y cometió no pocas indiscreciones que le costaron la vida. Como copiloto, Murphy realizaba “trabajos especiales” que le asignaban los servicios de espionaje de la dictadura. En principio, su contacto principal era el coronel Salvador Cobián Parra, a la sazón encargado de Inteligencia Militar, y con quien entabló especial amistad.

Cuando se decidió eliminar físicamente a Murphy, al parecer Cobián tuvo dudas para cumplir tan severa encomienda. Entonces, sorpresivamente, el 28 de noviembre de 1956, el propio coronel Cobián Parra fue asesinado en su oficina por un sujeto no identificado.

La noticia alarmó tanto a Murphy, que le confesó a un amigo: “Dios mío, qué voy a hacer ahora. Ellos han asesinado a mi protector”. Entonces el joven piloto decidió abandonar el país: renunció de la CDA y se dispuso a vender su vehículo y otras pertenencias, pues tenía planes de casarse y radicarse en Miami. Pero el 3 de diciembre, Murphy fue asesinado y su cadáver nunca fue encontrado. Continuó así, de manera ascendente, una serie de crímenes con el objetivo de eliminar a todo el que había estado vinculado con el caso Galíndez.

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