El mareo de los incautos

En política no es bueno jugar con los demás ni dejarse confundir por los propios, y la apreciación vale por partida doble. Para el gobierno y para la oposición.

El dominicano dice sentirse atrapado por una situación que hasta ahora no es más que un juego de palabras, que ni siquiera de posiciones.

Durante meses la histeria del sector Leonel Fernández da a entender que Danilo Medina es un dictador y su gobierno es una dictadura.

Medina parece no importarle, pues ni habla ni se defiende, como si su plan fuera dejar que sus oponentes se desahoguen.

El resultado satisface al bando oficialista, ya que no hay dudas de que sus oponentes se desesperan y la desesperación no es buena consejera.

Sin embargo, las mariposas no acaban de bailar.

Todo sigue en el mismo lugar del principio, y ni adentro ni afuera se tiene contabilidad, sino un mareo a los incautos, que toman por verdad cualquier manipulación.

Casi oprobiosa la acusación de un desaforado contra sus colegas diputados, de quienes no dice nombre pero asegura fueron comprados.

Impertinente la denuncia de que se estaría ofreciendo setenta millones de pesos por cada voto, como si el dinero fuera hoja de palo.

Setenta millones de pesos es una suma fabulosa, y si a los diputados o legisladores en general les seduce el soborno, más que suficientes para convencerse de la bondad de la Reforma.

¿Por qué entonces no se procede y se le da tanta vuelta al asunto?

Un genio creyó tener la clave en un papelito, como si fuera parodia de una canción (“En un papelito te mandé a decir...”), y resulta que ese papelito no sirve ni para envolver pescado.

Algo sigue oliendo mal, pero todavía en Dinamarca, pues parece que no han cortado bien el bacalao o las porciones no son las adecuadas.

Aún cuando con setenta millones de pesos podría comprarse el mar entero, y el bacalao noruego tiene justa fama en el mundo.

Cuentan que hoy será día D, pero todavía no se ven los aliados en Normandía.