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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

La fuga de Juan XXIII en 1415

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

En enero del 1415, en el concilio enfrentaba dos asuntos El primero: responder a las ideas del sacerdote checo Juan Hus. El segundo, concernía a franceses, ingleses y alemanes quienes pedían se pusiera fin al escándalo de una Iglesia con tres papas. En Constanza la tensión se tocaba.

Los delegados de Gregorio XII, colocaron en su casa su blasón papal. En la noche, ¡lo arrancaron! En los primeros días de marzo, 1415, Juan XXIII prometió que abdicaría si los otros dos papas renunciaban. Se le recordó a Juan XXIII varios asuntos oscuros de su pasado. Serían olvidados prudentemente si renunciaba. Juan XXIII maquinaba para quedarse der papa. Planeaba privar de legitimidad al concilio retirando los cardenales curiales.

Juan XXIII se confabuló con Federico de Austria para que éste distrajera la atención pública con un torneo. La noche del 20 al 21 de marzo, 1415, Juan XXIII se fugó de Constanza disfrazado de escudero. Discretamente había convocado a todos los cardenales de la curia en Schaffhausen, Austria. Ya no esperaba nada del concilio. Al conocerse su fuga, cundió el pánico: el concilio ¡podría disolverse! Pero Segismundo actuó rápidamente: sus tropas cerraron las puertas de la ciudad. Uno de los que rescataron el concilio fue el Canciller de la Universidad de París, Juan Gerson (1363 - 1429). Todavía en el siglo XVI era considerado como autor de La Imitación de Cristo. Solo la Biblia le superaría en ediciones. El 23 de marzo, Gersón predicó una homilía programática, “caminen mientras todavía tienen luz” (Juan 12, 25). Afirmó entonces una idea que se apartaba de la doctrina católica, pero que abría un camino de solución: el mismo papa que había convocado el concilio se había dado a la fuga. Gerson plantaba así las cosas: “...el concilio tiene un poder recibido de Cristo; el concilio es, especialmente en el caso de un cisma, la autoridad suprema a la que todo el mundo, sea incluso de dignidad papal, está obligado a prestar oído...el concilio, aunque no pueda suprimir la plenitud del poder papal, que es concesión de Cristo, podría limitar, empero, su uso con determinadas reglas y leyes en orden a la edificación de la Iglesia; podría reunirse sin la aprobación de un papa indiscutiblemente legítimo”. (Schtaz, 1998:133). Los padres conciliares, ¿actuarían?

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