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NOMBRE COLUMNA

Ni la una ni la otra

Lo bueno es que Danilo Medina no adelanta pasos, manteniendo el misterio y la expectación. Lo malo es que tampoco niega y -al contrario- deja al gallo cantar.

Nadie entiende por qué juega con el tiempo, el suyo y el de los demás, y cómo sus seguidores se aguantan las ganas y no demandan una definición.

Cuentan que se apareció a una reunión de la Otán y desmontó un propósito de cortar la cabeza de Leonel Fernández de un solo tajo en la reunión del Comité Político.

Dicen que en el encuentro del club de la CDEEE se habló de la propuesta de Fernández, pero ninguno de los presentes se atrevió a hablar de reelección.

Así es siempre, aunque no se tenga claro si es por miedo o respeto.

Medina dijo hace meses al país que hablaría en su momento, y más reciente recordó que ese momento se acerca.

Lo que no se sabe es qué les habrá dicho a sus parciales del partido o a sus colaboradores del gobierno, algunos de los cuales no se sienten comprometidos con su causa.

Sea la que fuere. El ministro de Economía, por ejemplo, sorprendió la semana pasada declarándose contrario a que se reforme la Constitución y el mandatario opte por un nuevo período.

¿Habrá Isidoro Santana consultado con el jefe del Estado, su superior, y sabido que la reelección no está entre sus afanes, para jugársela de esa manera?

Los seguidores de Fernández salieron a elogiar su gesto y sus palabras, y los de Medina, como era justo suponer, pusieron su nombre en una pica.

Los primeros están esperando que lo destituyan para colocarlo en un altar y reverenciarlo por su entereza moral, y los segundos aguardan lo mismo, pero como castigo por su dislate político.

En un reciente corte de cinta el presidente se dispuso a hacer lo acostumbrado: entregar los pedazos de tela, y el ministro, pensando en la posibilidad de que se le brincara, tomó uno con un rápido movimiento de mano.

Lo de irse no está en sus planes.

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