Entre comunicado y acusación

Si yo fuera Leonel Fernández me preocupara más por el comunicado de la embajada norteamericana que por la acusación de Jaime Bayly. Con los norteamericanos nunca se sabe.

Quienes conocen sus intimidades de poder saben que sus agencias no actúan de consuno, sino que se toman libertades que a veces afectan sus intereses.

Cuando el 911 se creó una estructura superior de inteligencia para coordinar los trabajos, pues se pudo prever el ataque y la información no fluyó a tiempo.

Las diferencias entre DEA y CIA son antológicas, y de la vida real van a libros y películas. Y lo más interesante: las dos utilizan en sus fines a los malos.

El comunicado reafirma la política norteamericana, una verdad sabida, y de paso niega que se haya producido una reunión entre el presidente de la República y uno de sus funcionarios.

No es su costumbre, pero esta vez hicieron la excepción, y habría que preguntarse por qué.

Sin dudas que no fue por respeto a la verdad, ni para salvarle la cara al gobierno, ni restaurar la honra de Fernández, y menos desmentir a Bayly.

Bayly es peruano de nacimiento, pero nacionalizado norteamericano. No será su hombre en Miami, pero sí uno de los suyos.

El equipo político de Fernández no entrevió la posibilidad de que su líder fuera un daño colateral en una guerra que se libra en Venezuela, pero cuyo escenario la sobrepasa.

La arrastraron para entre casa y la tomaron como un ataque de sus oponentes internos, sin hacer las indagatorias de lugar.

Si se cae el efecto Bayly, también la imputación al gobierno.

La embajada norteamericana se metió al medio, pero fue para sacarse del charco de lo que evidentemente es un material wikileak.

El dinero chavista, los personajes de corte, el financiamiento de campaña, las implicaciones regionales, no fueron objeto del comunicado.

Galileo diría “y sin embargo se mueve”, y como se considera campaña sucia, y en toda campaña siempre hay trapos que lavar, que nadie guarde la batea.

El Americano Feo nunca abandona su oficio.