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OTEANDO

Crónica de una plenaria

El autobús se detiene frente al Palacio de los deportes, la puerta se abre, sale una persona, sale otra, y otra, y otra más. Entonces desciende, sonriente, el presidente Danilo Medina, con una modesta escolta, casi seguido aparece la vicepresidente de la república Margarita Cedeño de Fernández y detrás el expresidente Leonel Fernández, también sonrientes; después de ellos empiezan a descender, uno por uno, los restantes miembros del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana. Unas caras sonríen, otras se muestran adustas; unos descienden lentamente, otros lo hacen rápido y sin escala que permita su abordaje, uno casi tropieza para evitar preguntas y se escabulle rápidamente.

Son los asistentes a la plenaria del Congreso Extraordinario del Partido de la Liberación Dominicana, son –como dije antes– los miembros del Comité Político, esos mismos que nos han mantenido interesados –concentrados quizá sea más propio– en lo que ocurrirá a lo interno de su formación para definir lo que ocurrirá afuera.

Se acomodan en sus asientos el Presidente y la Vicepresidente de la República, así como el presidente del partido; le siguen los demás miembros del Comité Político. El diálogo luce ameno, pero el ambiente es tenso, como tenso ha sido en los días pasados. Hay allí gente que no ha escatimado esfuerzos en su labor de ofensa y desafío; otros que se han esforzado en lucir amorosos y conciliadores. Los hay también –por qué no– convidados de piedra.

“Unos y otros” saben que los disparates les están vedados, que el pueblo no les perdonará, a los que se atrevan, el deshacer lo que con tanta pureza ideó Juan Bosch y Gaviño. Por eso la decisión de aparecer todos con la armoniosa atmósfera que proyecta una compañía de teatro al descender del vehículo que los conduce a las tablas donde, cada quien, sin importar sus dolores particulares, deberá concentrarse y hacer su papel en armonía con un guión hecho por alguien a quien han reconocido la superioridad, en competencias y liderazgo, para indicarles el “cómo hacer”.

Por eso, insisto, no habrá división: primero, porque están formados, a pesar de los aspavientos, en la ideología de la unidad y en la lógica de lo conveniente; segundo, porque aún lo quisieran, la amenaza exterior siempre será más peligrosa que la interior y no se van a exponer a lo peor.

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