La guerra contra el pasado

Juan Pablo Duarte señaló claramente que el reconocimiento ideológico de las diversidades puede ser diferente del reconocimiento político. Dijo que admiraba al pueblo haitiano por su lucha contra la Francia que lo avasallara creando, decimos nosotros, una de las formas del esclavismo más obscenas, pero dejo bien clara la diferencia cultural por lo que consideró, expresándolo valientemente, que era imposible una fusión entre dominicanos y haitianos por las profundas diferencias culturales e históricas del país que se asentó en esta parte oriental de la isla de Santo Domingo bajo el criterio de un Toussaint Louverture que consideraba, con razones erradas, que el territorio de la isla de Santo Domingo era único e indivisible. Así, al considerar que la propiedad esclavista de la totalidad de la isla tenía un valor impuesto por Francia, promulgaba, sin darse cuenta, el modelo esclavista del cual era víctima. Un modelo parecido fue el del cristianismo, una identidad asentada contra el imperio romano, con la cual el mártir del Calvario nunca estuvo de acuerdo, rechazándola como palestino, como judío de la época, puesto que abrazaba desde su nacimiento los principios del Pentateuco y de la Tora.

Nació como tal. Pero antes, el judaísmo llegado desde Babilonia en las árganas teologales de Abraham fue su base teórica formal. Las ideas del cristianismo intentaron la reforma del pasado ideológico judaico.

La supuesta frase de Jesús señalando en principio que las dignidades eran diferente porque Dios no debería confundirse con el Cesar, determinaría las diferencias entre cristianos y fariseos, entre seguidores del Jehová originario, los que vieron en la palabra de Jesús la imagen de un Yahveh o Jehová diferente, un Dios sin odios, sin matanzas de pueblos enemigos, sin egolatrías, y sin creencias políticas de rencillas tribales, ni reclamos de obligaciones que, contradictorias, fueron convertidas en compromisos que se cumplían bajo el rigor de las amenazas mortales, sin eliminación de pueblos creados por el propio “padre celestial”, inventor de Adán y promotor del pecado al poner a prueba su creación misma, dando inicio en cuanto a sus valores, al poder político. Lilith, la primera Eva, aún estaba en los prolegómenos pre- mosaicos, y abandono el Edén por diferencias sexuales son Adán, por lo que Yahveh dijo entonces que estando Adán en soledad, era necesario crearle una compañera, cuando la discusión entre Adán y su primera esposa era tan simple como que el también cambiara de posición sexual, y no solo que Adán la obligase siempre a estar debajo, según los textos rabínicos.

No existe en el cristianismo, una sola moneda del imperio con efigie cristiana, y sólo cuando la Iglesia y el poder se unieron en la época de Constantino, y los santos alcanzaron a ser parte de lo que los judíos negaran: las iconografías de humanos orlados ahora por la forma divina.

El santuario católico es el único que se nutre, por decisión humana, de materia prima terrena. Los íconos dan a los arqueólogos una visión de dioses y santos. Los poetas tenemos la virtud de crear personajes y de darles sentido divino, pero también mefistofélico.