ORLANDO DICE...
¿Engañar a quién?
Si el dominicano no se interesa por las noticias políticas o de políticos como se pensaba y daba por seguro, la crisis que existe no es de partidos, ni siquiera de sistema.
La crisis es de la gente.
Una crisis que incluso explica situaciones como el clientelismo a la inversa. No es tanto que el partido o el candidato dan, es que al partido y al candidato les exigen.
El potencial electorado corresponde a la convocatoria del partido o del candidato porque le garantizan pasaje, refrigerio y dinero en efectivo.
Si no hay guagua, pica pollo y quinientos pesos, que no lo esperen.
El ofrecimiento es tan real y se cumple que ni partido ni candidato disimulan. La guagua se ve con la gente adentro, y la prensa cuando quiere ser curiosa y hacer el trabajo, entrevista al chofer.
Cada vez que se realiza una concentración, un gracioso u ocioso se ocupa de grabar el momento en que se lleva a cabo el reparto, sube la escena a las redes y se convierte en viral.
Ni pudor ni rubor.
La cosa más natural del mundo.
De ahí que tampoco sorprenda ni deba sorprender la actitud displicente de las personas que acuden a las manifestaciones, que ni se enteran de los discursos, y si acaso ponen atención, será al espectáculo artístico.
El gancho funciona, pero no como se cree. No es el político que tupe al parroquiano, sino que este aprovecha la ocasión, y un artista que no puede pagar, lo disfruta a sus anchas.
Mucho más que son cantantes o grupos musicales de gran cartel.
El fenómeno se da y es la sensación de la política de este tiempo, aun cuando la política no hace la tarea ni estudia el hecho a profundidad.
El atractivo es innegable, pero no puede considerarse el endoso. Discutible que las personas que vayan a un espectáculo artístico ofrecido por un partido o candidato rindan apoyo a la causa.
Contrario a otra época, las masas no se hacen ilusión, sino que al revés, ahora es el político que delira.