Hablando por boca de ganso

Lo malo del senador Bob Menendez no fue hacerse eco de la denuncia de un peligro que es parte del actual debate político dominicano: la reforma constitucional.

Lo malo del congresista norteamericano fue solicitar al secretario de Estado Mike Pompeo que presionara vía diplomática e impidiera dicha acción.

Menendez lo que hizo fue repetir como cotorra lo que desde aquí se le informó, y le informó gente que le merece confianza.

La encuesta que sirvió de sustento a su perversidad no fue hecha en Nueva Jersey, sino aquí, y como no lee Última Hora y el dato no fue publicado por The New York Times ni Washington Post, habló por boca de ganso.

Quienes en el país se desgarran las vestiduras y descalifican al metiche, deben tener en cuenta lo impropio del despropósito.

Nada más y nada menos que un senador demócrata le pide a un alto funcionario de una administración republicana que actúe contra un gobierno amigo.

¿El presidente Donald Trump se lleva bien con los legisladores demócratas? El mundo dice que no, y el mundo parece tener razón.

Pero hay algo más.

El presidente norteamericano se reunió no hace mucho con su homólogo dominicano, y en la ocasión pudo haberlo reconvenido, y que se sepa, no lo hizo.

Falta ver si el presidente Trump se ha reunido con el presidente Maduro de Venezuela, o con el presidente Ortega de Nicaragua, o con el presidente Morales de Bolivia.

A pesar de sus humores, o de sus malos humores, el mandatario de Estados Unidos sabe distinguir entre amigos y enemigos.

El dominicano a veces se confunde o lo confunden, pero debe haber gente que recuerde lo de Jimmy Carter y Joaquín Balaguer.

Se vieron en la firma de los tratados Torrijos- Carter, y lo cortés no quitó lo valiente. Posteriormente el enviado Andrew Young trajo el mensaje.

En la crisis del 1978 Balaguer tuvo que probar la mantequilla de cacahuate, y Bob Menendez no existía entonces y otras instancias eran más expeditas.

Lo de Bob no fue más que una bobada para complacer paniaguados nacionales.