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La deuda, asomo de una crisis

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Andrés Lugo RiskSanto Domingo

Instituciones y especialistas han venido advirtiendo en los últimos años que se desarrolla de forma silente pero muy persistente, y cada vez mas acelerado, un problema que podría estallar y producir una crisis de consecuencias impredecibles en la República Dominicana, nos referimos a la deuda pública. Una deuda consolidada que ya representa alrededor del 50% del PIB según el FMI y que llega a cifras por encima de los cuarenta mil millones de dólares, sumadas la del gobierno central (sector público no financiero) y la del Banco Central.

El Estado dominicano accede con mucha frecuencia al mercado de capitales a buscar más recursos, pero lo peor es que los intereses van adquiriendo una proporción mayor que nuestros ingresos tributarios. En otras palabras, parte de la deuda la estamos pagando con nueva deuda, todo con la deliberada intención de sostener un crecimiento y una estabilidad económica que poco demuestra su eficiencia en términos de desarrollo humano. Esa es la base de la política económica peledeista que ha rendido frutos pero solo a ellos, políticos-electorales y de grandes fortunas.

Los congresistas oficialistas aprueban en cada legislatura mas y mas préstamos, para los mas variados fines y conceptos. Llegará un momento en que los agentes financieros, bancos, bonistas y otras entidades crediticias, no nos prestarán mas porque habremos llegado a nuestro techo, agotando nuestra capacidad de pago y evidenciando la imposibilidad de honrar esos compromisos. Entonces nos cerraran el crédito. La crisis que se desate nos hará abrir los ojos y darnos cuenta de lo nefasto de esa carrera alocada e irresponsable de endeudamiento público. Nosotros no estamos lejos de un colapso similar al de Grecia, España o Puerto Rico, aunque sin fecha cierta. Solo hay que ver que ya pagamos un 30% de nuestras recaudaciones solamente en los intereses de la deuda.

Ante esta situación, la respuesta de los gobiernos del PLD desde el 2004 hasta la fecha ha sido la toma de numerosas medidas en la misma dirección de aumentar los ingresos tributarios con la creación de nuevos impuestos ¡y más deuda pública! Ninguna ha funcionado. Todo sigue igual de mal. Y ni un solo problema básico del país ha sido resuelto.

¿Qué se debe hacer? El líder de la oposición Luis Abinader ha sido categórico en que la solución es llevar a cabo una profunda reforma en la calidad del gasto público, eliminando el despilfarro, el desvío de recursos, la corrupción, decenas de dependencias públicas y las enormes nóminas y nominillas públicas. Aunado esto a una simplificación del código tributario, bajando las tasas impositivas y ampliando su base. Sostengo el criterio de que esto única y exclusivamente lo puede concretar la voluntad política y la determinación de hierro de una nueva generación de gestores públicos.

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