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Viento Sur

De la “dictadura” de Maduro a la dictadura en el mundo

Cada venezolano debía ser rico al nacer porque en su territorio hay tantos minerales y sabanas productivas que pueden abastecer a medio mundo y no lo es porque se han conjugado una serie de factores que interactúan para que toda esa codiciada riqueza no llegue al pueblo bolivariano por la perfidia de los monopolios, la subordinación de la oligarquía y las indecisiones de sus últimos dirigentes para aplastar esas amenazas.

Venezuela tiene la virtud de poseer en su territorio la mayor riqueza mineral del continente llamado América y la desgracia –por tanto– de una oligarquía entreguista y dispuesta a que tropas extranjeras agresoras, vanguardia de los monopolios imperiales, se roben su patrimonio dejándoles solo migajas y desgracias por montón.

Pero Venezuela tiene, por suerte, la virtud de haber sido la cuna de Simón Bolívar y Palacios, el mejor ciudadano y guerrero que ha dado América en 527 años de existencia, fuente interminable de ejemplo de combatividad contra los mayores desafíos imperiales, fervor americanista, solidaridad militante y disposición al sacrificio por la libertad y el bienestar de los pueblos.

Bolívar no fue un nacionalista venezolano con estrechez de miras, sino un internacionalista consecuente, yendo al frente de los soldados venezolanos para ir a fraguar y defender la independencia en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, incluso sabiendo de conspiraciones y traiciones en su país natal.

Todo indica que la Venezuela de hoy no ha dado la espalda al ejemplo de Bolívar porque como él se enfrentó con vigor y determinación al colonialismo español en el siglo diecinueve, y lo derrotó en forma aleccionadora, los bolivarianos de hoy resisten –aunque no con la misma inteligencia y determinación del Libertador– las nuevas agresiones que pretenden despojarla de sus riquezas y destruir su autodeterminación política.

Frente al drama de Venezuela hoy, que tiene 17 años soportando la agresión golpista en todas sus modalidades para tratar de defenestrar a la Revolución Bolivariana, hay connotados “demócratas” que apoyan al payaso Guidó y aceptan que Estados Unidos lance una agresión militar a ese país para cambiar al gobierno que los venezolanos eligieron por acción y por omisión.

A una agresión militar contra un país soberano y un pueblo movilizado quieren llamar “restaurar la democracia” en el mismo momento que en Colombia matan cada día a activistas sociales y a niños que no se proponen tumbar al gobierno de Iván Duque, gobernante que acepta media docena de bases militares de Estados Unidos en su territorio y las órdenes que dictan desde Washington.

“¿Restaurar la democracia” en Venezuela para entronizar a unos “opositores” que se confabulan con los terroristas para tumbar al gobierno elegido para entronar en su lugar a un usurpador que nadie ha electo como gobernante y que un poder extranjero lo quiere posesionar para que entregue todas las riquezas del país a cambio de un sueldo?

¡Oh, Dios, ilumina el entendimiento de los pueblos porque hay gobiernos que solo se ocupan de salvar sus intereses y sus objetivos políticos particulares, aunque se desfonde el continente!

Nunca entenderé los fundamentos democráticos de los políticos dominicanos y de otras latitudes que respaldan el derrocamiento de Maduro, no por la voluntad mayoritaria de los venezolanos expresada en el voto popular libre, sino por la agresión militar imperial.

Si quieren les acepto que Maduro es un “dictador” –una falacia porque fue electo por casi siete millones de ciudadanos–, pero lo que es inaceptable y merece ser combatido por todo antillano consecuente, es que a ese “dictador venezolano” lo intente derrocar por la agresión extranjera un poder imperial que se quiere erigir en la Dictadura del Mundo, en tiempos y circunstancias donde claramente ¡Eso no es posible!

El dictador del mundo que sostiene el terrorismo de Estado que practica Israel contra el pueblo palestino y sirio; el sostén mundial de la dinastía criminal de Arabia Saudí que es capaz de asesinar a un periodista en un consulado en Turquía a la vez que mata a cientos de niños cada semana con bombardeos y de hambre en Yemen… ¿también le quieren entregar a Venezuela?

A los dominicanos, dos veces agredidos y ocupados en menos de cincuenta años por las tropas de Estados Unidos para imponer su voluntad y a sus gobernantes preferidos por su entreguismo, es a quienes menos les luce apoyar cualquier injerencia belicista en Venezuela, un país que ha dado históricamente muestras tangibles de sacrificio por la libertad y la democracia dominicana.

Los venezolanos, solo ellos, deben definir su destino. Sea en las urnas o en la guerra, pero ellos. Como sucede en Estados Unidos, en Europa, en Canadá y en el resto del mundo “civilizado” y “democrático”.

No conozco a un solo dirigente chavista, ni me interesa, pero conozco al pueblo venezolano, conozco a Bolívar y el portento de su sacrificio por derrotar el colonialismo y eso me basta para estar a su lado y jamás aceptar que a un pueblo libre se le pueda agredir sin una resistencia tenaz y aleccionadora.

Los agresores no tienen aun la fórmula para doblegar a un pueblo movilizado y relativamente bien armado, unido y con disposición de vencer a sus agresores.

El hambre imperial por el petróleo cercano y seguro, y otros minerales estratégicos, pueden desencadenar una agresión que en el menor de los casos se convertiría en una pesadilla inmanejable que incendie a Sur y Centroamérica, durante años.

Eso también es indeseable, pero si se impone, será el precio que habrá que pagar.