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EN RELEVO

El llanto de los partiditos

Si algo sobra en la República Dominicana son esas entelequias reconocidas como partidos políticos. Grupúsculos sin diferencias ideológicas que comparten la vocación de asociarse a los partidos mayores a cambio de migajas de poder. Entidades inorgánicas que operan como medio de vida para sus dueños, con cúpulas vitalicias y hereditarias y militancias inexistentes, que cuando acuden a las urnas reciben votaciones ridículas.

La proliferación de este tipo de agrupaciones tuvo su punto de inflexión a finales de los años noventa del siglo pasado, cuando la reforma a la ley electoral incorporó el financiamiento público de los partidos, al tiempo que mantuvo la debilidad en las normativas para obtener o conservar su personería jurídica...

Pero el año pasado se aprobó la ley 33-18 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos. Y a pesar de que apenas endurece las condiciones para obtener y mantener el reconocimiento, muchos dirigentes de esos partiditos han pegado el grito al cielo, y denuncian la legislación alegando que algunas de sus disposiciones resultan imposibles de cumplir para sus organizaciones y que se busca hacerlos desaparecer.

Y es que aunque esta nueva ley mantiene las disposiciones de que para preservar la personería jurídica los partidos están obligados a alcanzar un mínimo del uno por ciento de los votos válidos en al menos uno de los niveles de elección u obtener representación congresual o municipal. Añade que deben alcanzar estas metas aún en caso de concurrir aliado a un partido mayoritario.

Ya que les exige que de no alcanzar el porcentaje requerido, al menos uno de los candidatos aportados por ese partido a la alianza debe obtener la posición para la cual fue postulado.

Pero si para lograr su reconocimiento las organizaciones políticas debieron presentar una declaración jurada en la que consignan que cuentan con el apoyo de al menos un dos por ciento de los ciudadanos que votaron en las elecciones presidenciales anteriores...

Se supone que sólo con el apoyo de su militancia deberían superar los requisitos mínimos para preservar su personería jurídica...

De lo contrario habría que sospechar que sus dirigentes incurrieron en el delito de falsedad en escritura.

Por tanto es falso que las disposiciones contenidas en la leyes de partidos y de régimen electoral suponen peligro alguno para la democracia dominicana... Por el contrario... Esa práctica de operar agrupaciones políticas sólo para hacer negocios con los partidos tradicionales, ha contribuido enormemente a aumentar el descredito en la clase política y en el sistema de partidos.

Las pequeñas agrupaciones con dirigentes que trabajan y se fajan a buscar votos, no tendrán ningún problema... Esos no se han apandillado... A diferencia de los dueños de esos partiditos de carpeta a quienes se les va a terminar el negocio.

Y si pierden la personería jurídica no pasa nada... Los comerciantes pueden continuar operando sus negocios vendiendo apoyos a cambio de sobras de poder... Y para los que tratan de diferenciarse de la partidocracia tradicional, las nuevas legislaciones ofrecen mecanismos para presentar candidaturas independientes...

Ahora bien, sin que el negocio o la aventura vayan a costo y cuenta de los contribuyentes.

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