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ORLANDO DICE

Historia antes que fábula

La historia es tan simple que se escribe sola y no hay que agregar capítulos ni entrecomillar expresiones que no se conocen.

Países del Caribe no solicitaron a Donald Trump, presidente de Estados Unidos, una cita de conjunto. Al contrario. Este invitó a naciones de la zona a su casa particular en Mar -a – Lagos.

No a la Casa Blanca, ni a Camp David, sino a su residencia de Florida, donde despacha asuntos de Estado, pues ya recibió en el lugar al presidente chino, Xi Jinping.

Los líderes caribeños por tanto, no pueden quejarse.

El anfitrión emitió un comunicado en que dio cuenta del encuentro e informó que en los próximos noventa días vendrán misiones diversas a dar seguimiento a lo tratado.

El mandatario dominicano, al regresar, ofreció detalles. Pidió que el ejército norteamericano compre botas y uniformes que se fabrican aquí. Que el Departamento de Estado excluya a República Dominicana del alerta a los turistas.

Que el gobierno de EE.UU. permita el ingreso a Puerto Rico del acero producido aquí, y que se cree un fondo de contingencia para enfrentar desastres naturales.

La diligencia por tanto fue de encargo, pues el gobierno dominicano ni compra ni vende, pero si le conviene crear condiciones y favorecer la industria nacional.

La opinión pública, sin embargo, no se da por satisfecha, pues Danilo Medina dijo que no se habló de China y que Venezuela no fue el tema principal.

¿Cómo va a ser? La inquietud es válida porque se supone que entre USA y RD existen problemas a causa de China y Venezuela, e incluso se había intrigado con la posibilidad de que a Danilo Medina le halaran las orejas por soberano e independiente en su política exterior.

Nada de eso ocurrió, y no debe sorprender que los teóricos del patio se sientan frustrados y recelen de que fuera verdad tanta belleza.

Aunque esas expectativas eran hijas del deseo y del desconocimiento de cómo se maneja la alta política. No se cree que Trump convocara para oír y ponerse a la orden sino que, aprovechara la oportunidad para cantárselas verdes. Hubiera sido cuesta arriba que sermoneara a Medina por la reelección, cuando el propio Trump se prepara para buscar un nuevo mandato.

Además, esos asuntos no se manejan así.

Cuando a Joaquín Balaguer se le dijo que no, en los años setenta, mandaron a Andrew Young, un enviado especial.

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