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POLÍTICA Y CULTURA

¡Por una opción electoral de ancha base!

La coyuntura política electoral del 2020 define con claridad impresionante la necesidad de un cambio político en la dirección del Estado dominicano. Ese cambio puede y debe ser impulsado por el conjunto de fuerzas políticas opositoras. Un gran Frente Opositor constituido con amplitud política, ideológica y social, sería una garantía de materialización del desplazamiento del sector o la facción partidista que gobierna el país. La salud democrática de la nación demanda la coordinación de una plataforma de conquistas y demandas económicas y sociales que sea atractiva para el electorado fundamentalmente joven en los próximos comicios.

Se trata en la definición sociológica de la historia, de la articulación de lo que Antonio Gransci llamó, el bloque histórico de fuerzas sociales con objetivos definidos, y en conjunción con metas de transformación de la conciencia social. Se trata del valor conceptual del proceso de propuestas, en relación con la diferenciación del modelo predominante a nivel de las estructuras políticas del Estado. Lo que podría ser observado o discutido más que objetado en Gransci desde el punto de vista teórico, es la concesión privilegiada al marxismo en cuanto al papel de una clase como eje dirigencial de ese bloque. Sin disminuir el trascendental enfoque de Gransci en cuanto a las relaciones de poder político y el Estado, es necesario comprender los procesos de movilidad económica frente a las recomposiciones del Estado, así como la apertura de un nuevo orden económico mundial que requiere enfoques operativos abiertos. En la pluralidad de la nueva economía mundial y los centros hegemónicos financieros, se hace necesario procurar acciones conjuntas que le reasignen al Estado, responsabilidades mayores en la consecución y fortalecimiento de las conquistas más perentorias.

En nuestro país se siente un clamor expandido de lucha por el adecentamiento del Estado y de la sociedad en su conjunto. El modelo predominante luego de la desaparición del esquema clientelista caudillista, y del ocaso del Estado utópico, es una sumatoria de demagogia, abandono de principios troncales, asistencialismo, populismo sin la connotación de las grandes figuras que catapultaban hasta el delirio a las masas en lucha por su redención humana.

Un gran Frente Opositor debe partir de la unidad de todas las fuerzas opositoras. Ningún partido por sí mismo está en condiciones de derrotar la parafernalia electoral enquistada en las estructuras fosilizadas del Estado clientelista. La unidad debe darse en amplio, con suficiente contenido orgánico de arraigo nacional. En esa unidad deben estar representadas todas las fuerzas sociales vivas de la nación, lo cual no niega las profundas fisuras de su contrariedad y de sus contradicciones estructurales, salvadas tácticamente con un programa mínimo de cambios y propuestas económicas y sociales de transición. La unidad debe ser sustentada por una igualdad política de representación que incluya, como en el bloque histórico de Gransci, “la estructura y la superestructura formando ese bloque histórico, o sea, el conjunto complejo, contradictorio y discorde de las superestructuras como reflejo del conjunto de las relaciones sociales de producción”.

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