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EN PLURAL

52 años ¡y los que faltan!

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

Hace unos días, comentando el impacto que el nuevo formato del Listín Diario podría producir en el espacio de esta columna, afirmé que la publicación de mis artículos en este diario empezó hace 35 años.

Me equivoqué, porque mi fuerte no es la matemática. En un rapto de evocación sentimental, he buscado en cajones y viejos recortes de mis artículos. Encontré uno, mas amarillento que los otros, con un titulo que llamo mi atención, porque no se corresponde con mis sentimientos de esa época: “Respetemos al Presidente Balaguer”. La fecha, borrosa, es 1967. ¡Hace 52 años!

Resulta que era un escrito en el que, sardónicamente, me refería a una reunión de mujeres reformistas que habían utilizado el Palacio, para glorificar al entonces Presidente de la República. Pertinaz opositora del Dr. Balaguer, usaba la ironía para reprenderle, aparentando defender su buen nombre, invocando el respeto que se debía a su investidura, y al espacio solemne del Palacio.

Es desde entonces, quizás de más lejos en el tiempo, que soy huésped, a veces imprudente, del Listín Diario, en cuyas paginas he expresado, con libertad y respeto por parte de sus dueños y sus ejecutivos, mis pensares, mis enojos, mis convicciones, mis utopías, mis desencantos, y, también, las intimas alegrías familiares, y la vocación de maestra que a veces me lleva a convertir un artículo en la pretensión de una clase ¡con moraleja y todo!

En momentos muy difíciles que he atravesado en mi larga existencia, el Listín ha estado abierto, sin regateo, a mi defensa. Un editorial, de esos inolvidables, que escribía don Rafael Herrera, me emociona, y a mi familia.

En el período de intolerancia política que dominó el país a partir de 1986, unos funcionarios venales a quienes había sancionado por acciones delictivas siendo Secretaria de Educación, me sometieron a la justicia, acusándome, primero, de deshonesta, y ya luego, al desplomarse su primera calumnia, por difamación e injuria.

Don Rafael tronó, en ese estilo suyo incomparable, rechazando la infamia. Muchos otros, justo es mencionarlo, cerraron filas en esa defensa.

A todos agradezco, pero ese editorial de don Rafael sigue siendo el más entrañable homenaje que me han hecho, que me obliga a no defraudarlo nunca.

Esposa de periodista, hija de periodista, amo leer periódicos, incluso olerlos. Escribir en uno de ellos es para mí un ejercicio intelectual que me atrae, y a la vez me enorgullece, sobre todo porque comparto espacio con el editorial, siempre oportuno, y a lo largo de este medio siglo, con celebridades de la talla de Monseñor Arnaiz, del Cardenal López Rodríguez, Marcio Veloz Maggiolo, del “Bacho”, y, aunque en diferente día de la semana también, con mi admirado amigo y compañero Tony Raful.

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