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BULEVAR

Después de usted, ¿qué?

Después de lo visto, oído y padecido en la reciente sesión del Consejo Nacional de la Magistratura, lo que más conviene a cualquier dominicano mortal de a pie o en motoconcho, es citar a Duarte, y no por lo del “escarmiento a los traidores”, sino por lo de “aprovechar el tiempo”; aprovechar, por ejemplo, la gira neoyorquina del señor Procurador General de la República para, de manera voluntaria, confesar sus personales miserias y secretos, adelantándose así a las posibles acciones del Foro Público inaugurado y puesto en marcha en plena reunión del CNM y en pleno Palacio Nacional. Uno debe anteponerse a estos nazis tropicalizados a lo Goebbels, y confesar ¡ya! sus pecados, en especial aquellos para los cuales, muy lamentablemente, no le alcanzó a uno la juventud para cometerlos.

Ante la gravedad de todo lo ocurrido, más de uno piensa con razón y así me lo ha comentado que, si “a confesión de partes” la justicia manda “relevo de pruebas”, de igual modo, ante la difamación artera, ilegal, inmoral y misógina de un funcionario y compartes, el Poder Ejecutivo debería también mandar “relevo”, pero no de pruebas sino relevo del cargo.

Después del caliesaje vil en plan 1984 Orweliano, que todos pudimos ver, al miedo de caminar por nuestras calles, o al suplicio de esperar al hijo en bonche que no llega, y son las cuatro, ay, los dominicanos tendremos que añadirle el temor a ser víctimas de las miserias de este nuevo Foro Público que, astutamente, los muy señores han complementado con un excelente equipo mediático de periodistas, abogados e influencer, contratados para tales fines para estos que son los finales. Nada de lo que aquí se cuenta y denuncia es el fruto de un temor exagerado, sino de un miedo razonado, comprensible, justificado, absolutamente posible y nada descartable, pues si una mujer con el prestigio, las éticas calidades; dama de honestidad probada y credibilidad intocable como Miriam Germán puede ser víctima de estas prácticas, ¿qué será del mortal ciudadano sin esas luces, ay, sin esos aportes, sin ese coraje mil veces demostrado cuando mostrar coraje era arriesgar la vida? Entonces, “después de ti, ¿qué?”, Miriam, “después de ti, ¿qué?”.

Tócala otra vez, Celaya: “Nuestros cantares no pueden, sin ser pecado un adorno, estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo”.

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