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FE Y ACONTECER

“De la abundancia del corazón habla la boca”

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

VIII Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo C

a) Del libro del Eclesiástico 27, 4-7.

Como he señalado antes, este libro es uno de los 5 que forman los escritos sapienciales: Proverbios, Job, Eclesiastés (Qohelet), Eclesiástico (Ben Sirá) y Sabiduría. En ellos encontramos muy bellas e importantes enseñanzas.

La primera lectura está en consonancia con el Evangelio de este domingo, usa la imagen del sedimento que es cernido y del árbol que si está bien plantado se espera de él buenos frutos, así debe ser el cristiano, se debe dar a conocer tanto por sus palabras como por sus obras; advirtiéndonos con estas palabrasÖ “antes que se pronuncie no elogies a nadie, que esa es la prueba de los hombres” (v.7), sus razonamientos y acciones nos mostrarán la autenticidad de la persona. Estas reflexiones sobre la discreción en el pensar y en hablar, nos instan a no juzgar por apariencias, y, sobre todo, a cuidar nuestras palabras al momento de emitir un juicio sobre lo que consideramos un defecto en nuestro prójimo.

La conducta o actuar del hombre ponen de manifiesto lo que hay en su corazón. Quien sabe amar, por sí mismo revela a todos su fe y confianza en Dios, pues sólo el Espíritu del Padre es quien siembra la bondad en nosotros y esta bondad se refleja en nuestro hablar y actuar.

b) De la primera Carta de San Pablo a los Corintios 15, 54-58.

San Pablo continúa instruyendo a la comunidad de Corintios, abordando los problemas concretos y se basa principalmente en el mensaje recibido de Cristo y en su propio testimonio de vida.

En la segunda lectura de este domingo observamos que hace un paralelismo o desafío entre lo que sería la muerte biológica y la muerte moral, manifiesta mostrando su convencimiento de que, con la Resurrección, Cristo venció una vez y para siempre a la muerte y conquistó o más bien nos ganó una vida que no acaba: “La muerte ha sido vencida definitivamente. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? (v. 55). No debemos temer, si morimos con Cristo, resucitaremos con Él.

c) Del Evangelio según San Lucas 6, 39-45.

De este fragmento del Evangelio según San Lucas se desprende una especie de catequesis sobre el comportamiento moral, nos invita a la prudencia, a no juzgar ni considerarnos mejor que el prójimo, a tener un recto uso de nuestros sentidos, en el caso planteado, de la vista y de las palabras. A no reparar en los defectos de los otros, si no más bien en corregir primero los nuestros para luego poder ayudar a los demás. Y Jesús lo expresa muy claramente: “Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?” (v. 41) y más adelante añade: “El que es bueno, de la bondad que atesora su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca” (v. 45).

En este Evangelio Jesús enseña a juzgar al hombre por las palabras que dice; pero también, a juzgar las palabras de aquel que las dice; enseña a calificar el árbol por sus frutos; pero, también, juzga los frutos del árbol. Si un árbol malo, silvestre, lleva encima frutos buenos, brillantes, es necesario preguntarse si no son frutos falsos, artificiales. Cuando Jesús habla de frutos, no entiende sólo las palabras, sino todo el modo de comportarse y de vivir. Las palabras pueden engañar a quien no conoce a la persona, no así a quienes viven juntos, y más aún, a los hombres se les puede engañar fácilmente, pero a Dios no.

Como discípulos de Jesús estamos llamados a vivir una vida radicalmente comprometida con su propuesta de vida, en el evangelio de este domingo, a través de varias comparaciones: la de un ciego que no puede guiar a otro ciego, la mota en el ojo ajeno, el árbol y sus frutos; Jesús deja ver claramente que, en su seguimiento, la mediocridad y la falta de autocrítica constituyen el principal obstáculo para la instauración real y efectiva del reino.

Fuente: P. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra. Luis Alonso Schˆkel: La Biblia de Nuestro Pueblo. R. Cantalamessa: Echad Las Redes.

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