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De drogas, alcohol y tabaco

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Ruddy L. GonzálezSanto Domingo

El afamado abogado y exjuez Baltazar Garzón ha puesto en el tapete de la discusión nacional el controvertido tema de la despenalización y legalización de las drogas.

En la discusión que se desarrolla en gran parte del mundo, unos apuestan a que la legalización desincentivará el negocio del narcotráfico porque los precios de las drogas caerán y que no habrá que invertir millones de dólares en la lucha contra las cárteles, y apoyan su propuesta en lo ocurrido con el alcohol, luego de ser perseguido y penalizado. Pero otros, como los prominentes médicos José Joaquín Puello y César Mella advierten que, los serios efectos psicopatológicos que alteran la conducta del individuo usuario de drogas narcóticas -marihuana, cocaína, heroína, anfetaminas, etc.- son catastróficos para su salud, el comportamiento social y familiar y hasta compromete la vida.

En la acera de enfrente, un informe de la OMS sobre el tabaquismo, que cayó en mis manos esta última semana, establece que pese a que cada día es más extendida la prohibición de fumar en establecimientos cerrados, como oficinas, plazas, restaurantes, etc. debido a los daños que produce el humo del cigarrillo -que médicamente es responsable de cáncer y del riesgo de complicaciones cardiovasculares y respiratorias- cerca de mil millones de personas siguen fumando y unos siete millones mueren cada año, de los cuales alrededor de 890 mil de los afectados son no fumadores, ‘que respiran humo ajeno’.

“La nicotina -componente activo del tabaco, que facilita la liberación de la dopamina, neurotransmisor causante de sensación de placer y relajación- en sí no es especialmente peligrosa... si pudiera proporcionarse en una forma aceptable y efectiva como sustituto de un cigarrillo, podrían salvarse millones de vidas”, afirma un informe del Royal College of Physicians, de Londres.

De ahí que, grandes compañías tabacaleras del mundo, como Phillip Morris, hayan logrado alternativas que generan satisfacciones similares con menos riesgos para la salud, como el IQOS, que calientan el tabaco pero no lo quema ni llega a la combustión, reduciendo en hasta un 95% las sustancias tóxicas que se encuentran en el humo del cigarrillo -principal causante de enfermedades relacionadas al tabaquismo-, al tiempo que ofrecen, en términos de aspecto, aroma y sabor, una experiencia placentera similar.

En 2014, en una emblemática carta conjunta enviada a la entonces directora de la OMS, Margaret Chan, 53 reconocidos expertos en salud y científicos de una veintena de países, destacaron el aporte del desarrollo de productos sin humo. “Sabemos desde hace años que la gente ‘fuma por la nicotina, pero se muere por el humo’... el potencial de lograr qué productos podrían reducir la carga de las enfermedades relacionadas con el cigarrillo es enorme. Estos productos podrían ser una de las mayores innovaciones sanitarias del siglo XXI y podrían salvar millones de vidas”, dijeron.

De ahí, entonces, que no aplica el pretendido paralelismo sobre los efectos nocivos que provocan las drogas narcóticas, el alcohol y el tabaco.

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