PASADO Y PRESENTE

La historia no se repite...

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Juan Daniel BalcácerSanto Domingo

Una frase fuera de contexto. En el frontispicio de la puerta número 4 del que fuera campo de concentración de Auschwitz I, desde hace tiempo convertido en un museo memorial, hay una inscripción en inglés (también en polaco), que dice: “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”. La frase es autoría de George Santayana, escritor y filósofo estadounidense, de origen español. Con no poca frecuencia escuchamos y leemos que esa expresión de Santayana es citada fuera de contexto y también modificada de diferentes maneras: “Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”, etc. En verdad, la frase acuñada por Santayana, en su libro “La razón en el sentido común”, es la siguiente: “Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”. Y la razón por la que los organizadores del museo memorial de Auchswitz decidieron emplearla fue con el propósito de que las generaciones del presente y del porvenir adquieran conciencia de los campos de concentración o centros de exterminio alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, al tiempo que conozcan a fondo sobre los horrores cometidos por los nazis contra el pueblo judío; y así evitar que sistemas totalitarios similares al nazismo puedan surgir de nuevo. Respecto de la frase de Santayana, recuerdo un profesor de historia de mis años juveniles quien, cuando examinaba dicha frase, les explicaba a sus alumnos que los fenómenos históricos eran -y son- únicos e irrepetibles y, en tal virtud, proponía una fórmula más acorde con la realidad: “Quienes no conocen los errores del pasado, están condenados a repetirlos”. La historia es un devenir en constante evolución, en movimiento continuo, como el torrente de un río que fluye de manera permanente hasta su desembocadura en el mar.

Puede concluirse, entonces, que en el marco de su dinámica interna los hechos históricos ocurren una sola vez, que son sucedidos en forma concatenada por otros fenómenos también diferentes, que tienen lugar en un tiempo y espacio distintos, toda vez que -parafraseando a Heráclito- no es posible bañarse dos veces en el mismo río.

Significado de Historia. Antes de responder la interrogante que encabeza este artículo, conviene revisar brevemente el concepto de Historia. Según algunos tratadistas, existen tres significados distintos sobre el vocablo Historia: 1. Lo que ha sucedido, una cosa sucedida; 2. Los eventos acontecidos, la ciencia de la historia; y 3. El conocimiento de los eventos acontecidos, la ciencia de la historia (Reinhart Koselleck: 2004). Se atribuye a Heródoto, considerado como “el padre de la historia”, haber sido el primero, en el siglo V a. C., que desarrolló uno de los significados de la disciplina de la Historia en el sentido de investigación e indagación de los hechos acometidos por el hombre en el discurrir del tiempo; esto es, que los hechos y acontecimientos del pasado constituyen la suma de las acciones realizadas por el hombre en la sociedad. Esas acciones, así como los agentes que las llevan a cabo, solo ocurren de una sola manera y podría suceder que, en otro tiempo y espacio diferentes, se manifiesten acontecimientos parecidos, pero nunca exactamente iguales.

Objeto de la Historia. La Historia, en tanto que ciencia que estudia el devenir del hombre en sociedad -como decía Marc Bloch-, cuando es reconstruida sobre la base de evidencias concretas, y conforme a métodos heurísticos y hermenéuticos científicamente aceptados, permite una aproximación objetiva para conocer-comprender los acontecimientos del pasado, así como las causas por las cuales determinadas personalidades actuaron de la manera en que lo hicieron.

Los amantes de las analogías históricas sienten especial fascinación por las comparaciones entre personajes del presente con acontecimientos y figuras prominentes del pasado. Se trata de una práctica intelectual divertida, si se quiere. Pero como los hechos y personajes históricos son irrepetibles, no debe perderse de vista que solo hemos tenido un Juan Pablo Duarte, un Pedro Santana, un Buenaventura Báez, un Gregorio Luperón, un Ulises Heureaux, un Rafael L. Trujillo, y así sucesivamente; y los períodos históricos en los que les correspondió actuar a cada uno, también fueron únicos e irrepetibles tal cual sucedieron, que solo hemos tenido un proceso independentista, una República Dominicana, una guerra restauradora, dos ocupaciones militares norteamericanas y una revolución de Abril, entre otros acontecimientos clave de nuestro pasado. La historia es maestra de vida, sentenció Cicerón, lo que significa que de ella se derivan muchas lecciones que pueden ser positivas. Se puede aprender de los errores cometidos y también aprovechar los aciertos con miras a la construcción de un futuro mejor para la colectividad; pero nunca debemos olvidar que la historia no se repite...

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